martes, 27 de diciembre de 2016



Las tribulaciones de un postrosko en postroskilandia (digresión 1)


El 22 de diciembre, día de la lotería, se hicieron públicos los resultados de la consulta de Podemos a sus ‘bases’ acerca de el sistema de votación para elegir el consejo ciudadano y si se votaban conjuntamente o por separado los documentos y la dirección. El resultado ha sido muy justo entre pablistas y errejonistas y deja al margen de la tostada a los anticapitalistas, que tendrán que hacerse fuertes en Andalucía y jugar un famélico papel de bisagra. Pero antes de analizar estos resultados, veamos qué es lo que estaba en juego, nominal y realmente.

Tip, tip. Minuto y resultado. Gol en las Gaunas. Y, además, la nueva dirección de Podemos Madrid, a cuya cabeza se halla ¡un monederista!, Espinar, ha decidido – formalmente, ha propuesto al Grupo Parlamentario de la Comunidad – que José Manuel López deje de ser el portavoz y lo sea Lorena Huerta. Los errejonistas han protestado con una indignación que recuerda a la del capitán Renault al descubrir que en el bareto de Rick se jugaba. Errejón se ha aprestado a lanzar un anatema lapidario en la publicación teórica de Podemos, Mundo Twitero: “éste no es el camino”, al que los pablistas han dado cumplida respuesta con una serie de sesudas reflexiones en torno al hashtag ‘#IñigoAsiNo’; finalmente , el demoledor hashtag de sus rivales: “#FelicesNavidadesaTodas” acabó con toda posible contraréplica . Los mensajes cruzados mostraban la sorprendente cualidad de ser tan agresivos como empalagosos. Eres un dictador, pero te quiero, tío.

Como todo lo que va mal siempre puede ir aun peor, Monereo echó mano de todo – que no es poco – su experimentado saber burocrático-estaliniano para escribir, con su habitual estilo saltarín, un artículo navideño en Cuartopoder donde afirma que “ Errejón tenía un arma y la ha usado: hacer pública la ruptura del equipo dirigente forjado en Vistalegre I y buscar el apoyo de unos medios de comunicación y de unos poderes dispuestos, cueste lo que cueste, a levantar una alternativa desde dentro a Pablo Iglesias”. Un clásico, sí señor. Al leer esto, a Ilich le ha cambiado la expresión, al fin encontró algo de sentido, algo reconocible, después de tanta locura. Ha salido y se ha tomado dos vasos de agua.

A la vista de todo esto, un esperpento de cómo resolver las diferencias políticas sin que se sepa qué diferencias políticas existen (y lo grave, como iré examinando en sucesivos posts, es que ¿a quien coño le importa eso?), la posibilidad de que en VAII se llegue a una escisión, incluso de que no se llegue a VAII no es descartable. En vez de la blitzkrieg que decían pedantemente hace dos años Errejón, Iglesias y Monedero, el blitzpartido. 

Los medios, con PRISA a la cabeza y sacando varios palmos a los demás, han olido la sangre y entrado a degüello. Es curioso constatar la toma de partido tan descarada del periodismo patrio, que casi nos retrotrae a tiempos del plan ZEN en Euskadi, con la demonización de Iglesias y los suyos y Errejón convertido en el personaje a enaltecer, bien que se les note la repugnancia a esto último. Algunos sostienen que si tus enemigos te atacan, es que lo estás haciendo bien, y, si te defienden, algo haces mal. Particularmente, no soy partidario de conferirle al enemigo una inteligencia tan superior a la propia que guíe, a contrario, tus pasos, lo que no significa que desprecie sin más su opinión. En este caso el odio de clase – de clase política, de casta oligárquica – del franquismo reformado hacia Iglesias indica que algo tiene ‘el coletas’ que les hace daño, algo que temen; como corresponde: el odio de los miserables siempre tiene detrás miedo y culpa.

Errejón lo sabe, chico listo, y por eso, en ese lenguaje metafórico moñas que gastan estos mendas, basa su posición táctica en eslóganes del tipo “faltan muchos” o “tenemos que seducir y no asustar”. En lugar de luchar radicalmente contra el sentido común dominante – de lo que habla mucho Gramsci y muy poco Laclau –, adaptarse a él para que ‘la mayoría’ deje de temernos y nos dé su voto. Vas por ahí, y cuando te quieres dar cuenta de las consecuencias eres Subsecretario de Estado de Asuntos Varios en un gobierno de amplio espectro y coqueteas con tus subordinadas (ellas están encantadas porque yo no soy machista y las respeto; aquella que me demandó por acoso lo hizo por venganza y celos, al no darla el cargo que esperaba).



No me adelanto más. Éste es tan sólo un post de alivio originado por la urgencia del tanto del Logroñes. Si estos muchachos de Podemos me dejan, seguiré intentando analizar su situación y, en general, la del campo político de impugnación (sincera) del sistema; eso antes conocido como ‘izquierda’. Espero que no se convierta – sé que es ya un tópico, pero no puedo dejar de emplear una expresión retóricamente genial, lo mejor de una novela fascinante – en la crónica de una muerte anunciada.

jueves, 22 de diciembre de 2016


Las tribulaciones de un postrosko en postroskilandia (2)


Si Lenin levantara la cabeza.


A la vejez, viruelas. Pero no pustulosas. No ha variado mi trayectoria crítica en aumento hacia Vladimir Ilich y su concepción de los sujetos históricos, y nada que ver con reivindicaciones a lo Zizek. Véase en el título únicamente un recurso narrativo. No obstante, siempre he admirado, y cada vez, por contraste, más, la insólita capacidad de Lenin para ir al grano, en la práctica política y en la práctica teórica, ámbitos que el él unió como nadie sin supeditar una a otra, sin que su teoría fuera en ningún momento especulativa o, a la inversa, sirviera para justificar el oportunismo o las conveniencias tácticas del momento. Uno puede leer el ¿Qué hacer?, el Izquierdismo o las Tesis de Abril y discrepar en muchas cosas, pero está todo muy claro, no encontraremos ahí ambigüedades defensivas elusiones de lo que duele. El camarada Ulianov siempre dio la cara. Recordemos lo que fue su divisa: “el alma del marxismo es el análisis concreto de las realidades concretas”. En eso siempre seré leninista. Y eso que el aforismo es falso en su modalidad. En lugar de ‘es, Lenin tendría que haber puesto ‘debe ser’, porque el marxismo, históricamente, ha tendido a lo contrario, a crear grandes esquemas interpretativos en los que la empiria se integraba más o menos armoniosamente o, en otro caso, se incrustaba a martillazos.


Por algún error burocrático del Ministerio del Tiempo - los peor pensados sospecharán una repetición de lo del tren blindado - Lenin aterriza en el aeropuerto Adolfo Suárez-Barajas. Inmediatamente quiere ponerse ponerse al tanto de la situación de la izquierda española – no va a ir a un tablado o al Bernabeu: hablamos de Lenin –; alguien le informa de que lo más parecido a tal cosa que pueda tener un mínimo de futuro es Podemos. Se calza, entonces, la gorrilla y se dirige a la Hemeroteca Nacional, donde recopila abundante material acerca de la corta existencia de los morados. Progresivamente, la perplejidad se va apoderando de él. Nada de lo quelee le proporciona conocimiento alguno, al menos en el sentido de lo que él siempre ha considerado conocimiento, aquello referido, directa o indirectamente a la realidad palpable y visible, aquello que posibilita y guía la relación con lo real. De hecho, cuanto más lee, menos se entera. Banalidades, cadenas de significantes contradictorios, cambios de discurso cada dos semanas, declaraciones tan altisonantes como vacías. ¿Éstos de qué van?, ¿habré perdido con el jet lag mi legendaria intuición política? Se anima algo al descubrir que Podemos se hallaba en una fase algo así como de provisionalidad y que hay un congreso cercano en el que se deberán adoptar las líneas y compromisos que caracterizan a un partido 'obrero' (todavía no está Lenin muy aggiornado con los nombres, signos y sociologías del presente). Que, incluso, hay dos   posiciones enfrentadas y una tercera alternativa. Empieza a encontrarse en su salsa. Entrecierra aun más sus siempre entrecerrados ojillos orientaloides y evoca los viejos buenos tiempos del Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso a principios del XX, sus disputas con Martov, la escisión de los mencheviques, aquel talentoso y arrogante jovenzuelo judio, Bronstein, que saltaba de una posición a otra, más rojo que nadie. ¿Iría de eso Vistalegre II? Pues va a ser que no, Vladimir.

Describamos lo que ve Lenin. Hay una organización, Podemos, que no se reconoce propiamente como partido ni como movimiento; algunos, para salir del paso, hablan de partido-movimiento, extraña y, mientras no se explique (cosa que, hasta ahora, no se ha hecho), contradictoria locución que refiere a un ente nebuloso nunca visto. De vuelta a lo real, todos saben que Podemos es un partido político, registrado legalmente e integrante del aparato institucional como cualquier otro. Su originalidad, hoy por hoy va poco más allá de la pura imagen, de los descorbatamientos y las rastas. Surgido de un modo improvisado como plataforma electora para presentarse a las Europeas del 2014, ante el enorme éxito alcanzado se ‘teorizó – por decirlo de algún modo, en realidad era un wishful thinking generado por la euforia del momento – la existencia de una ventana de oportunidad que haría posible ganar unas elecciones generales y gobernar el país. Ese era y ha seguido siendo hasta el 26J el gran y casi único objetivo. Podemos, no se instituyó como partido ni movimiento, sino en clausewitcianas palabras de Errejón, como ‘máquina de guerra electoral’, y edificó una estructura supercentralizada funcional a el Objetivo, iluso pero coherente, de ganar unas elecciones generales. Todo se supeditó a ello a lo largo de un periodo electoral que se ha venido prolongando dos años, ocupados por dos campañas y el resto del tiempo por las negociaciones para formar gobierno. No se consiguió la victoria perseguida, pero sí unos resultados tan excelentes como peligrosos. 

Ahora, la ultravanguardista máquina de guerra ha de ser sustituida por un dispositivo político para tiempos de normalidad política sin elecciones a la vista. Todas las corrientes coinciden en esto, y, de hecho, llevan varios meses posicionándose e, incluso, librando moderadas escaramuzas en elecciones internas territoriales. Pese a los intentos, ya de por sí significativos y un tanto ridículos, por ocultarlo u oscurecerlo es patente la existencia de tres facciones plenamente conscientes de serlo y que optan por ser hegemónicas en Podemos: los errejonistas, los pablistas y los anticapitalistas. También es patente que entre las dos primeras se ha establecido una rivalidad con tintes de antagonismo, mientras que la última viene a ser la combinación dialéctica de una zambomba en un garaje y un pulpo en un entierro.

En cualquier caso, Lenin se frota las manos: empieza el debate político. Vladimiro, mejor sigue esperando a Godot.

La dirección de Podemos, que ahora es exclusiva y  casi diríase sádicamente Iglesias, decide fijar la fecha del congreso o asamblea, llamémoslo 'VII', con apenas dos meses de tiempo para debatir prácticamente todo lo que se puede debatir, y en el mismo fin de semana que un evento similar del PP. Tal coincidencia es difícil de comprender, se dice que permitirá comparar los métodos democráticos de Podemos con los dictatoriales de los populares, que liberará de carga mediática a VII facilitando el debate, etc. No se ve nada claro y suscita lo contrario de aquello de que el enemigo no os marque los tiempo. Parece, más bien, un golpe de efecto de Iglesias y, hay que reconocer que  es un maestro en eso; sobre todo en los golpes, porque los efectos a veces no son muy favorables. Él sabrá. Además, decide empezar por las cosas serias: cómo se elige a los jefes. Muy marxista, primero la infraestructura y después ya, si eso, la superestructura. 



En la próxima entrega, Lenin y el postrosko contarán sus impresiones sobre la consulta de Podemos a sus 'inscritos' sobre las modalidades de discusión y votación en VII; para entonces se sabrá el resultado, asunto nada baladí. Espero que no se retrase mucho, de eso se encarga él, el hombre de acción por antonomasia. De los que ya no quedan.

lunes, 12 de diciembre de 2016







Las tribulaciones de un postrosko en postroskilandia (1)


Estuve el sábado pasado en el acto que convocó la, no sé como llamar, corriente, sensibilidad, orientación, tonalidad, congregación de anticapis y agregados en Moncloa, que se suponía inaugural de una plataforma de actuación, bautizada como ‘Podemos en Movimiento’, cara al Vistalegre II. Albergaba uno la más que ingenua esperanza de que allí se abordara con el mayor realismo y la menor retórica la situación en que se encuentra ahora Podemos, que se discutieran los principios y criterios generales y se elaborase un plan de trabajo de la plataforma para llevar a la Asamblea de Podemos unas propuestas que, en mi opinión – y es lo que pensaba plantear – debían suponer de hecho casi una refundación.

En este momento 
Podemos no es otra cosa que un grupo de personas vinculadas en gran medida por lazos de amistad – una red de afinidad, en lenguaje sociointernauta –, que comparten unas ideas políticas muy genéricas e inconcretas, un grupo que dispone de un importante poder institucional y que carece por completo de poder de transformación sociopolítico. Podemos nació sin proyecto y cuando se vio en la tesitura de gestionar un poder inesperado, tras las elecciones Europeas del 14, improvisó un proyecto cortoplacista y personalista arropado por una organización ad hoc, destruyendo incluso aquello que se había formado semiespontaneamente por debajo suyo y que podría haberlo vertebrado en un recorrido político de largo aliento: los círculos. El proyecto ha fracasado, afirmación que no sale de mi resentimiento sino de la boca de Pablo Iglesias por aquel entonces: el objetivo principal, al que se subordinaba todo, era alcanzar en ese ciclo electoral el poder ejecutivo. Y no con las posteriores rebajas de una vicepresidencia y varios ministerios de un gobierno Sanchez, no, obtener la presidencia del gobierno con una fortaleza en el legislativo que permitiera una política autónoma y capaz de enfrentarse a los ‘poderes fácticos’.

Con poco más de cincuenta diputados – hay que descontar a los superoportunistas de Compromis y a muchos despendolados (en el buen sentido) de la Mareas o de En Comú – y una legislatura por delante que no tiene por qué ser tan corta como creen algunos, los mismos que en el 2012 hablaban de ‘Mariano el Breve’, no se ha conseguido ni una miajita de lo que se pretendía. Se parte de una experiencia muy rica y una realidad muy pobre. Esa realidad es que no hay una organización – con la curiosa particularidad de que sí hay ya burocracia, lo que es rizar el rizo; centenares de consejos autonómicos y ciudadanos sin nadie debajo y autoconciencia de cuadros directivos: “pues, oiga, yo soy el consejero de Urbanismo y Ordenación Territorial de Calatayud de Podemos" – ni hay una estrategia, y, en consecuencia ni tácticas de medio plazo ni programa (un programa no es una lista inacabable de recetas progres atrapalotodo). Pablo lo sabe, Errejón lo sabe, el resto, también.

El resto, un resto que, repito, contiene bastante mas que a Anticapitalistas, es lo que, en mi opinión, hay que articular y movilizar y oponer a las alternativas errejonistas y pablistas, de las que me ocuparé más adelante. 

El citado acto, lejos de mis expectativas, consistió en una autoproclamación triunfalista de algo que no se dijo qué era y que todo el mundo parecía tener claro, porque, en general, la gente estaba bastante contenta de ser ella misma. Hablaron, en medio de aplausos y algun vítor, los de la mesa, Teresa, Kichi, Beatriz Gimeno y Urban (bueno Urbán, más bien, declamó, as usual) y unos cuantos compañeros más o menos conocidos que se hallaban entre el público y a quien el moderador presentaba siguiendo un guión. No hubo turno de palabra, de lo cual ahora me alegro pero entonces me pareció frustrante e inaceptable. Para resumir, y no pretendiendo ser muy cáustico, el ‘acto’ me recordó una escena de Pulp Fiction y unas valoraciones un tanto obscenas del señor Lobo al respecto. Quizá sea injusto y hechos posteriores me obliguen a tragarme mis palabras, algo que haría muy gustosamente. Ójala así sea. De momento, seguiré mañana o pasado devanando como veo a Podemos e o futuro.



                                                                   ¿Donde está Wally?