miércoles, 26 de febrero de 2025

 

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Parece que hay que estar contento porque Die Linke obtuvo cerca de un 9% del voto alemán. De cara a gobernar no le vale absolutamente de nada, nadie la necesita, no entra en ninguna de as combinaciones de partidos que vayan a conformar el gobierno (que ya se sabe, será la coalición CDU/CSU con SPD). Pero, en cualquier caso, se desvanece el fantasma de la disolución que habría supuesto sacar menos del 5%, con la consecuente desaparición del Bundestag y un proceso imparable de disolución. Así que Podemos, Sumar e IU se han alegrado mucho.

Pues no, esa alegria es puro malminorismo, aunque supongo que muchos me replicarían que significa no caer en el ‘cuanto peor, mejor’. En algún momento escribiré sobre tan denostada máxima y sus detractores. Por ahora, me trae sin cuidado. Pues no, no hay que complacerse con el éxito de Die Linke, sino disgustarse con el hecho de considerarlo un partido de izquierda. Entre los diversos principios, criterios y posicionamientos de una organización de izquierda no vale que el 78, el85 o el 93% sean de izquierdas, deben serlo todos, o, cuando menos, los que no lo sean tampoco han de ser de derechas. Pero es que, sobre todo, hay asuntos tan sumamente relevantes y centrales que si no se asumen en su totalidad no cabe hablar de un política globalmente de izquierda. Una organización izquierdista, hoy en día, no puede ser partidaria del colonialismo, ni del apartheid ni del genocidio. Pues esa es la posición de Die Linke cuando acepta posiciones sionistas en su seno y cuando esconde la aniquilación del pueblo palestino (por no hablar de las posiciones más que ambiguas que sostiene respecto al armamentismo y a la OTAN en Ucrania). Un partido que apoya, por muy pasivamente que sea, por mucho que se limite a mirar hacia otro lado, un genocidio, no puede ser de izquierda. Exctamente en la misma medida que otro partido, BSW, propalestino pero nacionalista, es decir, antiinternacionalista y anti lo que la derecha llama woke: antirracista y antiderechos de las minorías sociales. Tanto monta Die Linke como BSW. Pura vieja izquierda todos ellos, incapaces de generar un (hipotético) movimiento popular con capacidad para oponerse a la fascistización del mundo.

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