sábado, 1 de marzo de 2025



010325


Imposible no hablar del insólito encuentro de ayer entre Trump, con el apoyo, torpe pero efectivo, de Vance en el papel de lanzador, y Zelensky. Más significativo que la jugosa cháchara de Trump en estas últimas semanas. Aunque sus mensajes son, también, reversibles, recuérdese que negó tranquilamente haber dicho lo que había declarado a los media pocos días antes, su posición se va tornando clara y, por qué no decirlo, con aires de coherencia.

Yo imagino que a puerta cerrada nuestros líderes tienen conversación tan tensas y violentas como la mencionada. Pero todo queda en el interior de los salones. Ante la prensa, escenifican una relación cordial con, a lo sumo, discretas y resolubles discrepancias. El mensaje es claro: todo en Órden. No recuerdo precedentes en que el más poderoso de los dos interlocutores, aquí Trump, abronque en público al más débil y, de paso, tire por tierra sin ambigüedad el discurso (antes) hegemónico vigente durante muchas décadas atrás. Dejo a un lado la vulgaridad y chulería de Trump -lo que no quiere decir que estas formas no sean profundamente relevantes, y susceptibles de análisis- , cada vez más populista-fascista, para centrarme en unos contenidos y una cosmovisión que, desde luego podía haber expresado con otros modos.

A modo, previamente, de recordatorio. Estados Unidos es una potencia económica en decadencia. China lo es en ascenso. Aunque el PIB de ambos gigantes sea similar, la influencia comercial de USA decrece (y más, a medio plazo, con la política arancelaria de Trump), mientras que la de China aumenta. Para mantener su papel hegemónico mundial, USA cuenta con un poderío militar, que, por el momento, es el principal garante del dólar como casi única divisa internacional, de tal modo que el poder financiero contrarresta la menguante economía productiva.

El poder militar es, en última instancia, poder atómico. Una unión estratégica Chino-rusa equilibra holgadamente la capacidad nuclear de USA, aun contando con su fiel Gran Bretaña. Si ese equilibrio en armas atómicas impide la guerra entre China, con el apoyo ruso, y USA, es evidente que el muy desigual desarrollo económico lleva a la pérdida de la hegemonía USA y a un mundo unipolar en el que es una potencia subalterna. Una, improbable, asociación de USA con Rusia, aseguraría la hegemonía indefinida de USA; no se requiere tanto, basta con la neutralidad de Rusia para que el mundo bipolar China y USA, que es básicamente, el actual, se mantenga en medio de conflictos controlados. El triunfo conjunto del MAGA, del MEGA de Le Pen, Abascal y compañía, el MLAGA (siendo LA, Latinoamérica), etc, lleva a un mundo totalitario invivible, pero, en mi opinión aleja, aunque sea a corto-medio plazo, la amenaza de guerra total. Al menos durante algún tiempo, porque la creciente falta de insumos naturales aboca a algo parecido a una guerra nuclear total. Sin contar con el cambio climático. Sí, un levantamiento de los trabajadores en todos el mundo, en la senda de una democracia socialista, invertiría el panorama. Pero…

Creo que, dentro del marco histórico de posibilidades expuesto en el párrafo anterior, Trump ha optado por ese mundo sin guerra, si bien basándose en un supuesto por completo equivocado: como consecuencia de su fe en las virtualidades de la economía norteamericana, al pensar que ésta se hallaría en condiciones (con su ‘sabia’ política) de resistir el empuje económico chino y más tarde, subordinarlo (contando, claro, con su desarme relativo, y la ‘neutralidad’ rusa). De esta manera se llegaría a la unipolaridad hegemónica de USA sin grandes conflictos armados. Sin embargo, USA tiene una economía desindustrializada, con un brazo atado al cuerpo por la política migratoria de Trump, con un déficit comercial crónico y una deuda superior al 100% del PIB; no puede sino decaer o vivir efímeramente de la depredación de otras La creencia de Trump, un ultranacionalista y supremacista no del hombre blanco a secas, sino del hombre blanco americano y cristiano, en el potencial de USA capaz de ‘hacer América grande de nuevo, es la falla fatal de su proyecto estratégico. Continuará.


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