sábado, 20 de noviembre de 2010

Hace unos pocos días London was burning, ma non troppo. Miles de estudiantes se manifestaron contra el proyecto de Ley elaborado por el gobierno de Cameron que pretende cortar el acceso de la chusma a la universidad; cada uno en su lugar, como en los buenos tiempos del Imperio. Parte de la manifestación se congregó ante la sede de los tories y se rompió algún cristal. Parte de los manifestantes rellenarán en breve el UB 40. Londres no ardió.




 Me ha enviado un amigo el texto titulado "Manifiesto de economistas aterrados". Pretende desmontar los dogmas neoliberales - presentados por la Economía burguesa académica como evidencias científicas - que sostienen las medidas que, con el objetivo de 'salir de la crisis', están siendo adoptadas por los distintos gobiernos, aunque más correcto seria decir por  poderes supragubernamentales, los gobiernos se limitan a aplicarlas dócilmente, quien manda, manda.  A cada una de las medidas, o paquetes de medidas, que se derivan de alguno de esos dogmas, el "Manifiesto ..." opone alternativas desde una posición 'progresista'. No conozco a quienes encabezan el escrito, supongo que son economistas franceses de izquierda y, por el 'tono general' de lo que se niega y se afirma, da la impresión de que se mueven en el espacio teórico-ideológico de ATTAC. También doy por supuesto que se encuentran aterrados

El texto se estructura en una introducción, diez 'falsedades' (críticas de falsedades neoliberales) y una conclusión. El "Manifiesto ..." me resulta doblemente interesante. En primer lugar, por si mismo; en medio de un monopolio casi absoluto de una opinión económica publicada donde el keynesianismo representa la extrema izquierda (y, por tanto, apenas aparece en los medios; sin figurones como Krugman o Stiglitz, ese 'apenas' sería 'no') cualquier voz más radical es siempre bienvenida. En segundo, porque me ha parecido un buen pie para exponer, aunque sea de un modo somero y muy compendiado, mis ideas sobre estos asuntos. Así que iré incluyendo en cada entrada una sección del "Manifiesto..." (letra cursiva) y, a continuación, mis comentarios.

Debido a que el blogger no ofrece esa facilidad, para conseguir una secuenciación adecuada de las entregas me he visto obligado a manipular las fechas, de modo que las entradas aparecen en sentido anticronológico pero ordenado textualmente.

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Manifiesto de economistas aterrados, 01/09/2010


Primeros firmantes:
Philippe Askenazy (CNRS, Ecole d’économie de Paris), Thomas Coutrot (Conseil scientifique d’Attac), André Orléan (CNRS, EHESS), Henri Sterdyniak (OFCE) 
CRISIS Y DEUDA EN EUROPA: 10 FALSAS EVIDENCIAS (FALSEDADES) Y 22 MEDIDAS A DEBATE PARA SALIR DEL PUNTO MUERTO

Introducción:

La recuperación económica mundial posibilitada por una colosal inyección de fondos públicos en el circuito económico (realizada desde los Estados Unidos hasta China), s frágil pero real. Un solo continente queda en la retaguardia: Europa. Su prioridad política no está en recuperar el camino del crecimiento. Su objetivo está centrado en la lucha contra los deficits públicos.

Ciertamente en la U.E estos deficits son altos – 7% de media en 2010- pero son menores que el 11% registrado en Estados Unidos. Mientras que algunos Estados norteamericanos con un peso económico más importante que Grecia, por ejemplo California, están en semi-quiebra, los mercados financieros han decidido especular con las deudas soberanas de los países europeos, sobre todo los del Sur de Europa. Europa es, de hecho, prisionera de su propia trampa institucional: los Estados deben endeudarse ante instituciones financieras privadas, las cuales obtienen su liquidez a bajo precio del BCE. Los mercados tienen la llave de la financiación de los Estados. En este marco, la ausencia de solidaridad europea lleva a la especulación, mientras que las agencias de calificación juegan a acentuar la desconfianza.
Fue necesario que el 15 de junio, se degradara la calificación dada a Grecia por Moody’s, para que los dirigentes europeos retomaran el termino “irracionalidad” que tanto habían empleado al comienzo de la crisis de las “subprime”. De la misma manera, se descubre ahora que España está más amenazada por la fragilidad de su modelo de crecimiento y de su sistema bancario que por su endeudamiento público. Para calmar a los mercados, se ha improvisado un Fondo de estabilización y se han lanzado en toda Europa planes drásticos y, frecuentemente, carentes de sentido. Los funcionarios han sido los primeros en ser afectados, también en Francia donde el alza de las cotizaciones para pensiones será una bajada enmascarada de su salario. El número de funcionarios disminuye amenazando a los servicios públicos.

Las prestaciones sociales están en trance de ser amputadas gravemente desde Holanda a Portugal, pasando por Francia con su actual reforma de las jubilaciones.Esta política, que ha calmado provisionalmente la especulación, tiene ya consecuencias sociales en numerosos países europeos, afectando sobre todo a la juventud, al mundo del trabajo y a los más débiles. A cierto plazo hará aumentar las tensiones en Europa y amenazará la construcción europea, que es algo más que un proyecto económico. La economía ha de ser considerada al servicio de la construcción de un continente democrático, pacificado y unido. En lugar de esto, hoy se impone una especie de dictadura de los mercados, sobre todo en Portugal, España y Grecia, tres países que eran aun dictaduras a comienzos de los 70, hace apenas cuarenta años.

No es aceptable someterse a esta dictadura, sea como un intento de “calmar a los mercados” o como un pretexto para imponer decisiones dictadas por la ideología, sobre todo cuando se ha probado su ineficacia económica y su potencial destructivo en los planos político y social. Debe darse un verdadero debate democrático sobre las decisiones en política económica, tanto en Francia como en toda Europa. La mayoría de los economistas que están interviniendo en los debates públicos lo hacen para justificar y racionalizar la sumisión de las políticas a las exigencias de los mercados financieros. Es verdad que los poderes públicos han improvisado por doquier planes keynesianos de relanzamiento e incluso, a veces, nacionalizado temporalmente bancos. Pero quieren cerrar lo más rápidamente posible este paréntesis. La lógica neoliberal es siempre la única reconocida como legitima a pesar de sus patentes fracasos. Bajo la hipótesis de la eficacia de los mercadosfinancieros se preconiza reducir los gastos públicos, privatizar los servicios públicos, flexibilizar el mercado de trabajo, liberalizar el comercio, los servicios financieros y los mercados de capitales, incrementar la concurrencia1 en todo momento y lugar…Como economistas estamos aterrados al ver estas políticas siempre en primer plano y que sus fundamentos teóricos no sean puestos en cuestión. Los argumentos utilizados desde hace treinta años para orientar las decisiones en las políticas económicas europeas están, sin embargo, puestos en duda por los hechos. 

La crisis ha puesto al desnudo el carácter dogmático e infundado de la mayor parte de las pretendidas evidencias repetidas hasta la saciedad en base a las cuales se basan los que toman decisiones y sus consejeros. Ya se trate de la eficacia y racionalidad de los mercados financieros, de la necesidad de recortar gastos para reducir la deuda pública o reforzar el “pacto de estabilidad”, es necesario poner en evidencia estas falsedades y mostrar la pluralidad de decisiones posibles en materia de política económica. Otras decisiones son posibles y deseables a condición de “aflojar las tuercas” ajustadas por la industria financiera a las políticas públicas. Presentamos una crítica de diez postulados que inspiran cada día las decisiones de los poderes públicos en toda Europa, a pesar de los sangrantes desmentidos aportados por la crisis y sus secuelas. Se trata de falsas evidencias que inspiran medidas injustas e ineficaces, cara a las que proponemos el debate de veinticinco medidas contrapuestas. Cada una de ellas no tiene, necesariamente, la unanimidad de los firmantes de este texto, pero deberían tomarse en consideración si se quiere hacer salir a Europa del “impasse”.

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 En efecto Europa es ahora 'el eslabón más débil' en términos de Lenin, aunque hablar de Europa es apenas decir algo, ya que si la homogeneidad de la UE en sus épocas primerizas dejaba bastante que desear, con la crisis ha estallado en mil pedazos. La UE ha sido una proyecto  conducido desde el primer momento por doctrinarios, que partían de la certeza absoluta de que un mercado, cuanto menos intervenido, mas eficiente es. El centro de este sueño dogmático fue el BCE, que aplicó literalmente los dicti ultraliberales del Consenso de Washington: un banco central – y futuro emisor en la perspectiva, entonces, de una moneda única - totalmente independiente de los gobiernos (no así de los banqueros) cuyo objetivo preferente y prioritario es el control monetarista de precios, inficionado de una fobia patológica a la inflación que le lleva a autoimponerse el increíble lastre de no poder comprar deuda pública de los países miembros de la UE; por cierto, norma que ha tenido que suspenderse provisionalmente hace cuatro meses para impedir la caída de Grecia y, en efecto dómino, del euro.
        
Las enormes desigualdades dentro de la UE – se puede hablar de una situación interna paracolonial – están en el origen de las deudas galopantes de los países con un aparato productivo menos eficiente, los cuales además padecen una clase político–empresarial que despilfarró, cuando no apandó, los famosos fondos de cohesión, ese remedo imposible de una política fiscal y presupuestaria unificadas. Este inmenso, en términos absolutos y relativos al PIB, volumen de deuda, pública y privada, puso en bandeja al capital 'especulativo' el forrarse con los PIGs. Máxime cuando el BCE tenía los límites de actuación mencionados y, además, la fracción dominante de la UE, el capital industrial-financiero alemán, veía con muy buenos ojos la depreciación del euro respecto a las principales divisas.
          
Se juntaron entonces el hambre y las ganas de comer: por un lado, una plétora de capital que había salido de rositas del pinchazo de la burbuja inmobilario-financiara de 2007 gracias a las ayudas gubernamentales y que encontraba un nuevo filón especulativo (no tan pingüe como las subprimes, pero aún goloso) en las deudas estatales, bien sazonadas por campañas mediáticas para sembrar el pánico de una posible 'quiebra' de los Estados (un absurdo lógico); por otro lado, la aplicación de las recetas neoliberales de ajuste fiscal, que todos, incluyendo a quienes lo hacen, sabemos que son contraproducentes en fases recesivas o de estancamiento como la actual, permiten recuperar a corto plazo – el capitalismo sólo entiende del hoy - unas tasas de ganancia ahora ya sí en descenso. Por supuesto en el cajón de sastre de las 'políticas de austeridad' o de 'ajuste' se meten todas las medidas preconizadas por el liberalismo doctrinario cuyo último designio es 'ahogar a la bestia', reducir al mínimo el Leviathan estatal.
        
Me resulta conmovedor el párrafo en que los aterrados afirman que no se pongan en cuestión estas políticas. Además de aterrados, parecen haberse caído de un guindo, ¿no conocen como funcionan los centros de producción y difusión ideológica del Imperio? (no es que sea yo muy negriano, precisamente, pero es cómodo emplear este término tan omnicomprehensivo), ¿de verdad se creen que hay algún economista no amordazado que desarrolle su actividad profesional desde el principio de que la economía “debe estar al servicio de un continente más democrático, pacificado y unido”?
         
Pero quizá en estos tiempos en que la crítica radical es rara avis y en que la ideología funcional al sistema campa incontestada (por incontestable de facto) es buena táctica hacerse el tonto, pretender que el escorpión no pique a la rana y que, además, se hagan socios y monten una empresa naviera. Hoy en día, y siendo realistas, o pedimos más de lo mismo o pedimos lo imposible. En cualquier caso, me parece hacerse demasiado el tonto plantear que” Otras decisiones son posibles y deseables a condición de “aflojar las tuercas” ajustadas por la industria financiera a las políticas públicas”. Me temo que el tres en uno es insuficiente.

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