sábado, 25 de abril de 2020




La UE nos va a salvar (2)


Continuo, conociendo ya las conclusiones de la Cumbre. Además de confirmar el paquete acordado por el Eurogrupo de préstamos por más de medio millón para responder a las necesidades inmediatas de la crisis sanitaria, el único acuerdo adoptado es vaporoso, consiste en aceptar la necesidad de crear un fondo de recuperación económica que comenzaría a funcionar antes del 2021 con una cuantía en torno a 1,5 billones de euros. Una cantidad semejante a la que pedía el non paper del gobierno español. Tan vaporoso que se le pasa el muerto a la Comisión para que sea ella quien lo concrete, tanto en el monto de dinero final como, y esto el lo importante, en la forma de financiarlo. En este punto es cuando el asunto se vuelve lioso, aparte de por su propia complejidad, por las cortinas de humo en economés  con las que se ‘informa’ a la opinión pública. Aunque tengo la sospecha, después de haber leido a Varoufakis y a Jamie Galbraith, de que la mitad de los políticos, incluyendo los ministros de economía, tienen preocupantes lagunas conceptuales (preocupantes porque, como diría Keynes, se convierten en esclavos de economistas que si saben, lo que controlan los discursos de saber-poder). 

Los periodistas económicos y asimilados describen la continuamente escenificada polémica entre los países ricos del norte y los menos ricos del sur centrada en la financiación de los fondos, donde  los del norte defenderían los préstamos y los segundos, las subvenciones. Ursula  Von der Leyen, la comisionada de la Comisión, ha afirmado tras la cumbre que se buscará “un equilibrio correcto entre préstamos y subsidios”; claro, la fórmula Ricitos de Oro: ni frio, ni caliente, sino todo lo contrario. Este relato conduce a escamotear el auténtico punto conflictivo. La UE, especialmente en la fase neoliberal que comenzó en los años 1980s es un tinglado que hace justamente lo contrario de lo que proclama. La UE en el curso de su historia crea un marco jurídico que favorece la acumulación y concentración de capital, en eso sí es ‘globalizadora’: respeta que el capital, lo mismo que el coronavirus, no conoce fronteras. Sin embargo, esa sublime misión idealista de construir una supranación europea, basada en el federalismo o lo que sea, donde naciones y pueblos conviven fraternalmente bajo el emblema ‘Europa’, es pura filfa, bullshit. 

Los Estados han sido y son el elemento central de la UE, y el cometido real, más allá de eslóganes propagandísticos, de ésta no es ir avanzando hacía su reconversión en un gran Estado unificado con mayor o menor autónoma de sus miembros,  sino establecer un sistema de relación entre Estados, y las sociedades correspondientes, que sirva a la citada acumulación a mayor gloria, medida en euros, de las grandes empresas, esta sí, multinacionalistas. Cada Estado va a lo suyo, respetando el diseño  jerárquico centro-periferia, y pugnando, dentro de esta lógica por conseguir la mayor tajada posible. Sorprenderse amargamente por la falta de solidaridad de los alemanes y holandeses es marcarse un capitán Renault. Los ricos sólo dan a los pobres el dinero que les sobra. Cuando les sobra, y no es éste el caso. 

El concepto principal que define lo que está en disputa es la famosa mutualización, que es muy simple, se trata de compartir los gastos o los pagos de deudas de todos en función de lo que tiene cada uno. Vendría a ser algo similar de cuando Voy a comer con mi hijo a un restaurante. El pide un chuletón y yo un huevo frito, porque él tiene más hambre que yo; yo pago la cuenta porque él no tiene dinero y yo sí. Probablemente, yo quiero más a mi hijo que Holanda a España (y, si les mentas al duque de Alba, ya ni te cuento). Pero, hay distintas modalidades; veamos cada caso. 
La mutualización de los eurobonos consiste en que cada Estado emite su deuda, no como tal Estado sino como miembro de la UE. No sé, porque no se han emitido aún nunca y son posibles varias alternativas, cómo se realizaría exactamente la emisión. Supongo que cada Estado emitiría su deuda como siempre pero con el aval explícito de la UE. Esto significa que si el Estado en cuestión no paga, se hace cargo la UE. La consecuencia es que se iguala el nivel de riesgo de los distintos países, por lo que la tasa de interés sería la misma para todos, una especie de promedio, desapareciendo la prima de riesgo interna; ello perjudica a países como Alemanía que tendrían que vender más barato (tipo de interés mayor) que si emitieran por su cuenta y favorecería a otros, como el nuestro, que verían bajar sustancialmente la tasa respecto a la prima de riesgo actual. Pero hay más, si si diera el caso de que el Estado español no pudiese pagar lo adeudado -cosa muy improbable, pero no imposible, al no tener soberanía monetaria (emisión de moneda propia)-, tomaría su obligación el avalista, la UE. Ésta tendría que responder con parte de su presupuesto (obviemos, por simplificar, soluciones como reestructurar la deuda por medio del BCE). Y resulta que ese presupuesto se constituye en sus tres cuartas partes por las aportaciones de los países, que son un tanto por ciento fijo (ahora es un 1,2%, es de suponer  subirá rápidamente). Así que todos los miembros de la UE habrían de contribuir a cubrir la deuda española.

Frente a la opción crédito parece levantarse la subvención. ‘Parece’, porque en realidad puede llegar ser casi lo mismo que la anteriormente descrita. Para conseguir un monto de dinero tan enorme como el que se baraja para el fondo de reconstrucción, la Comisión tendría que aumentar espectacularmente su presupuesto, el cual, como acabo de señalar, sale de las arcas de los Estados miembros en proporción a su PIB. Es decir, con una mano lo ingreso y con la otra lo extraigo. Aquí, la cuestión es como se iba a distribuir ese fondo entre los países. La idea de España, con la adhesión de Italia, Francia, etc., viene señalada en el non paper: “Debería [el fondo de reconstrucción] otorgar subvenciones a los Estados miembros a través del presupuesto de la UE en función de una clave de asignación nacional relacionada con el impacto de la crisis COVID 19 sobre la base de indicadores claros y transparentes, como el porcentaje de población afectada, la caída del PIB, el aumento del desempleo niveles, etc.” Es muy descarado que con este criterio España iba a salir muy gananciosa en cuanto aportación al fondo y subvención obtenida. Eso es, claro, lo que busca el gobierno con la formulación citada. Para entendernos, sería como ir a un garito con varios amigos, hacer un bote con aportaciones idénticas, y que unos tomen cervezas y otros gintonics de Bombay Saphire. Si somos todos muy troncos, no hay problema, pero si hay algunos que con o sin razón creen que los del gintonic siempre están poniendo la gorra, pues a lo mejor no están muy de acuerdo con lo del bote y prefieren el escote, aunque sea más cutre. 

Por último, la variante del fondo, en lo que se refiere a la financiación, expuesta en el non paper. La emisión de deuda perpetua. Como es sabido, este tipo de deuda se emite sin fecha de rendimiento, o visto de otro modo, con un vencimiento a un año y una renovación automática indefinida, ‘eterna’. Es decir, en la práctica sólo se pagan los intereses. Que, al igual que en el caso anterior, sería cubiertos, con el presupuesto de la UE para lo que tendría que aumentar su presupuesto. La diferencia es que no sería necesario un incremento tan drástico porque no es lo mismo amortizar una deuda de 1,5 billones, aunque sea a doce años, que pagar sólo sus intereses. Unos intereses que -esta claro que quienes diseñaron la propuesta de Sanchez son unos genios- se pagarían con la parte del presupuesto que no precede de las aportaciones de los  miembros, sino de una serie de impuestos, que sí tendrían  que incrementarse notablemente. 

Esta modalidad de la deuda perpetua es superior a la de los eurobonos, con mucho, para España. Y, a primera vista, para todos los países miembros de la UE. ¿Cual es el problema? Lo apunté ariba. De un modo bastante alambicado lo que se está proponiendo es un QE (Quantitative Easing), puro, un señoreaje a la antigua, pasando, eso sí, por los bancos privados que se llevarían un buen pico por el diferencial de intereses. Porque está claro -en el non paper lo insinúan solapadamente: “El BCE debe seguir desempeñando un papel clave para garantizar la estabilidad financiera mediante la liquidez”- que el BCE iba a financiarlo de facto creando dinero, en vez de darle a la manivela de las imprenta de billetes, como se havía antes, clicando  la opción de pantalla “aumentar reservas bancarias a tope”. De hecho, es probable que el BCE haya de cambiar, en previsión de lo que va a caer encima, sus estatutos y se autopermita comprar deuda pública directamente al emisor (mercado primario). Que conste que a mí, particularmente, me parece bien la deuda perpetua y mejor aún, la solución inglesa, por lo directo. El Banco de Inglaterra lo acaba de hacer sin pasar por zarandajas enmascaradoras de bonos del Tesoro y similares: ‘¿Cuanto dinero quieres, Boris? Vale te lo fabrico en un periquete’. Eso sí, lo apoyaria siempre y cuando, en lugar de Boris, estuviera, como mínimo, un Jeremy (que ya va a ser que, como el cuervo de Poe, nevermore). 

Veremos qué pasa. Imagino que esta asimilación a lo grande de la teoría monetaria moderna por el Bank of England (e incluso por la FED) habrá provocado infartos o pesadillas de weimerianas en Sajonia, en Baviera y hasta en Renania. Sin embargo, la señora Merkel, que está demostrando un nivel muy por encima de cualquier otro líder occidental, aunque sabe del terror de la burguesía a la inflación causada por las inyecciones estatales de dinero, y ella misma ha sido hasta ahora una ordoliberal convencida, es consciente de lo que se nos va a caer encima y de que hay que dejar de ordeñar a la vaca cuando está al borde de la muerte de tanto extraerla leche. Por eso, frente a Holandeses, austríacos, finlandeses, etc., se ha mostrado cauta e, incluso, misteriosa. No es imposible que la señora Van der Leyden, una merkeliana fiel, pueda dar una sorpresa dentro de dos semanas y proponer una combinación mágica que haría feliz a Ricitos. Veremos.

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