sábado, 25 de abril de 2020



La UE nos va a salvar (1)


Seguramente, el debate más importante de la Economía en el siglo XX fue el llamado ‘Cambridge contra Cambridge’, sobre la naturaleza del capital. El jueguecito de palabras reside en que un Cambridge era ingles, y sus polemistas eran profesores de su universidad, mientra que el otro hacía referencia a la ciudad de USA en que se ubica el MIT (Massachussets Institute of Technology) y, por tanto, a sus profesores. Entre éstos se hallaban Samuelson y  Solow, ambos merecidos Nobel, y, por el equipo británico, Robinson y Sraffa, ambos sin Nobel; les está merecido, por rojos. Pues bien, esa mujer sabia que fue Joan Robinson escribió, en el texto con que se inició el debate, un párrafo de humor ingles paradigmático. Hablando de la función de producción neoclásica, en la que el capital, junto al trabajo y un tercer factor misterioso en el que no voy a entrar, son las variables independientes, es decir, directamente medibles, ironiza Robinson sobre la típica introducción de primero de carrera. El profesor explica con toda claridad las diversas formas de computar el trabajo y, cuando le toca el turno al capital “… se les dice algo del problema de los números índice involucrados en la elección de una unidad de producto, y luego se pasa a toda velocidad a la cuestión siguiente, con la esperanza de que [a algún alumno] no se le ocurra preguntar en qué unidades mide C. Antes de que llegue a preguntar, [el alumno] ya se habrá convertido en profesor, y así se transmiten de una generación a la siguiente los torpes hábitos de pensamiento.” 

 Ayer, me vino de nuevo a las mientes esta ingeniosidad de Robinson -me sucede con mucha frecuencia con textos de Economía mainstream-  al leer dos artículos de eximios economistas patrios, Juan Torres y Luis Garicano (ostras, iba a poner Garicano Goñi, qué tiempos), alabando, pese a ser uno de izquierdas y el otro de derechas la insólita propuesta que llevaba Sanchez que envió a la UE en un ‘non paper’ (que nombre más delicioso, es como el ‘esto no es una pipa’ de Margritte). En realidad el sarcasmo robinsoniano esta aquí un poco cogido por los pelos (es que me encanta). Torres y Garicano no confunden conceptos (en estos textos), sencillamente, se dedican a embrollar unos procesos que son, per se, un poco complicados pero que el argot economés convierte en entes herméticos. Mas que de incomprensión habría que hablar de bullshit, palabra inglesa que no tiene una traducción exacta en castellano, se necesitarían varias palabras aportando parte de sus significados. Un filósofo analítico americano, Harry Frankfurt dedicó un incisivo ensayo al asunto, y, en la traducción que leí lo dejaban en inglés. Puestos a elegir un sólo término, me quedo con ‘charlatanería’, entendiendo al charlatán no como aquel que habla por hablar, aunque lo parezca, sino que pretende algo con su desmandado torrente verbal.  Para los que teneis, pese a vuestra juventud, unos cuantos años: Manolo Moran vendiendo crecepelos o lo que se tercie.
Llevamos tres o cuatro semanas bombardeados por economistas y periodistas ‘expertos’ en economía con la insolidaridad de los paises centroeuropeos y nórdicos, con especial protagonismo del Alemania y, la ahora mala malísima Holanda -de la que hemos descubierto que es un ‘paraiso fiscal’, que práctica el ‘dumping fiscal’ como dicen los mas enteraos; ¡qué escándalo!, ¡aquí se juega!-.

Excurso: al igual que se ha creado con ocasión de la crisis el personaje del capitán apriori, que me parece un hallazgo feliz, aunque no siempre se emplee honestamente, propongo la figura del capitán Renault (éste ya viene con el grado puesto), ese inefable jefe de policía del Régimen de Vichy en Casablanca, que se indigna al hacerse público que el bar de Rick es un casino encubierto, cuando él lleva años cobrando una comisión por mantenerlo encubierto. Sigo 

 ¡No quieren mutualizar la deuda! Increible, ¿donde esta el europeismo? Si los países que constituyeron la Unión Europea, con la excepción de la muy venida a menos Francia, quisieran mutualizar la deuda, estaría de hecho, traicionando a los fundadores. La UE no se creó para eso, y, mucho menos, la unión monetaria y la libre circulación de mercancías y capitales sin restricciones cualesquiera. No es una cuestión moral, es el Mercado, amigo. Y es la pervivencia de los Estados, de las naciones que los vendedores de hojas de afeitar pretendían esconder con relatos fantasiosos sobre la globalización o la economía-mundo (me refiero a ciertos relatos apologéticos, no a los conceptos; un respeto a Wallerstein).

Los eurobonos o coronabonos (eurobonos específicos para enfrentar la crisis sanitaria y económica), como es sabido, son un instrumento de financiación en los mercados de deuda, consistente en que cada Estado emite deuda soberana cuyo acreedor, o avalista, según la modalidad, es el conjunto de los países del euro. Es un invento que estaría bien si la UE fuese algo parecido a un Estado plurinacional idílico, en el que los alemanes amaran y respetaran a los españoles tanto como los españoles a los alemanes. Como es sabido lo  Pero, resulta que la versión alemana de la película tiene su lógica (hasta su moral, ellos que son tan luterano-calvinistas). Para ellos, y es cierto desde su perspectiva ahistórica, los bonos mutualizados solo servirán para castigar la buena gestión económica, la de ellos, obligándolos a pagar unas tasas de interés demasiado altas y a socorrer a los morosos, que no iban a ser precisamente ellos. Sobre los latinos y PIGSs en general hay división de opiniones, unos nos llaman gorrones y otros, parásitos. 
Pues bien ahora el equipo económico de Sanchez a la vista de que no cuela lo de los eurobonos, aun llamándolos en plan dramático ‘coronabonos’, se marca un farol y aparece el bullshit para difuminarlo. Se trata de que ‘la UE’, se supone que la Comisión, emite deuda, mucha, entre 1 y 2 billones de euros, y con ella se crea un ‘Fondo de Recuperación Económica’ que repartirá ese dinero a modo de subvenciones, gratis total, entre los miembros de la EU, “en función de una clave de asignación nacional relacionada con el impacto de la crisis COVID 19”. O sea, para Italia, España y Francia más que para nadie. Y sin aumentar déficits ni deudas estatales. Como la UE no tiene ni de lejos dinero para avalar tal cuantía de pasta, solución genial, la deuda es perpetua y la cubre el BCE, directa o indirectamente. Para pagarle los intereses se aumenta el presupuesto de la unión y, tatachán, tatachán, todo arreglado. El ordoliberalismo aleman, si nos tomara un poco en  consideración, se sentiría más escandalizado por la propuesta -dos billones a fondo perdido– que, no sé, si les hubiésemos llamado nazis.

Seguro que los holandeses no se dan cuenta de la jugada, y compran el gordo de lotería del amigo tonto por 1.5 billones. Todo esto, además de ridículo, tiene el efecto, pretendido o no, de mantener engañada a la gente de a pie con historias de capitalismos buenos y capitalismos malos. El artículo de Torres tiene, finalmente, un aire entrañable. Después de dar muchos argumentos en favor de la proposición de Sanchez a la cumbre del Consejo, sobre lo bien que le vendría a la economía española para superar la crisis (claro), añade un inconveniente, que “sigue el camino de hacer esclavas de la deuda a las economías. Por esta última razón es por lo que creo que Alemania no va a aceptar la propuesta española tal y como se ha presentado.” O sea que estaría muy bien si fuera posible. Hombre, empieza diciendo que te mueves en el mundo de la utopía. Ya en un texto anterior señale cómo uno de los enemigos mas letales de cualquier planteamiento político transformador es el confundir el ser con el deber ser.

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