lunes, 4 de julio de 2016




Unas cuantas anotaciones en torno a los resultados de las elecciones de 26J (2). 


Estableceré dos ejes categoriales para analizar los resultados de las elecciones del 26J en relación con las del 20D y en lo que respecta a los cuatro grandes partidos estatales. El primero viene dado por el par , donde el PP y C's son derecha y PSOE y UP, izquierda. El segundo criterio es , PP y PSOE a un lado y C's y UP al ogro. Los nombres son descriptivos, no valorativos, desde luego creo que muy dificultosamente puede ser considerado el PSOE un partido de izquierda y C's como un partido que hace una política diferente de la vieja; de hecho el criterio nuevo viejo, más que como un descriptor de práctica política, lo empleo como un calificativo de las élites, viejas: PPSOE (Régimen del 78), nuevas: Podemos y C's (renovación o transformación del Régimen). 

La derecha obtuvo en el 20D, redondeando 10,75M de votos y el 26J, 11M. La izquierda, 11,68M y 10,47M, respectivamente. La vieja política 12,78M y 13,33  frente a 9,6M y 8,2M la nueva. El reforzamiento de la derecha y de la vieja política revela un claro y relevante desplazamiento a la derecha del comportamiento electoral,  máxime cuando los resultados absolutos y relativos de los partidos de implantación no estatal han sido muy similares en los dos comicios. El bipartidismo, la vieja política, se refuerza con los buenos resultados del PP y los aceptables del PSOE, comparados con muy malos de C's y los malos de UP. Las cifras también indican que el PP se ha llevado los votos que perdió C's y que ha dado la vuelta a la tendencia abstencionista, sacando más votos en el 26J que en el 20D, algo notable que habla del pavor a la aventura de un gobierno de Podemos. Por la izquierda, que es de lo que trataré aquí, la hipótesis que sostendré es que la pérdida de votos procede muy mayoritariamente de UP y que esos votos perdidos no han ido en cantidad relevante a ninguna otra candidatura, son votantes de Podemos y de UP-IU en el 20D que ahora se han abstenido. Sería muy interesante saber con certeza la proporción de los abstencionistas de uno y otro origen. Sin disponer de ella y teniendo en cuenta su muy desigual cantidad, 5,2M de Podemos y 0,93 de UP-IU y los resultados comparados en lugares como Asturias y, sobre todo, Madrid, donde las simpatías por Garzón del mundo IU eran menores, creo que una segunda hipótesis, ésta sin duda más aventurada que la primera, es suponer que la proporción de abstencionistas de IU estaría en torno al 25-35% del total, correspondiendo el resto a ex-votantes de Podemos. Con esta premisa pasamos a las explicaciones del fracaso, no catastrófico pero fracaso de UP en las elecciones  que se dan dentro de su entorno, mi posición al respecto y, lo que más interesa, que panorama político se abre, con los resultados de UP y con las conclusiones de sus notables 

Todo es mentira menos alguna cosa

Antes de ello, me detendré en la negación de la mayor sostenida por un amplio espectro de votantes de UP: no ha habido tal fracaso, sino un éxito adulterado por un pucherazo en el escrutinio. Particularmente, no creo que se hayan producido irregularidades sistemáticas y relevantes para el resultado final, aunque tampoco lo descarto por completo. De un ministro, el encargado de gestionar el proceso electoral, que pone las instituciones del Estado al servicio de la persecución de los enemigos políticos de su gobierno, se puede esperar cualquier cosa. El Sr. Fernandez Díaz habría sido un buen mando intermedio de la Gestapo si no fuera porque  allí en el proceso de  selección se tenía en cuenta el cociente de inteligencia. El problema de todo esto es que impugnar formalmente las elecciones pidiendo una validación controlada de las mismas constituye un órdago que, en caso de que al final se mostrara que han sido aceptablemente limpias, se volvería de modo terrible contra los denunciantes. Participar en unas elecciones implica confiar en la legalidad de las actuaciones institucionales, a no ser que expresamente se manifieste una intención peculiar, caso, por ejemplo, de algunos grupos de izquierda muy dura que presentaban candidaturas, según ellos, para denunciar en su campaña la farsa electoral. Cuando se acepta la legitimidad del sistema político vigente, y UP lo acepta, habría que estar muy seguro de la manipulación de las actas o de su cómputo y disponer de pruebas claras y suficientes para exigir una validación. Me temo que no es el caso. Lo que no impide renunciar a algo que se esta haciendo sotto voce y creo acertado: cotejar los datos que se tienen con los ofrecidos por Interior y, en caso de que se registrasen anomalías con el suficiente calado, se hiciera público y se pasase a la ofensiva, ya con una base sólida. 


Ese montaje del gran capital para impedir el seguro triunfo de la izquierda auténtica en el 2525


Es sabido que para IU – y cuando hablo de IU no me refiero sólo a la dirección, ni siquiera a la militancia activa, sino también a una gran mayoría de votantes: IU es el partido con mayor densidad, solidez y homogeneidad ideológica del Estado –  la irrupción del 15M se vivió de modo similar, con algunas excepciones, a que hubieran desembarcado una nave de marcianos sobre el oso y el madroño. No entendieron nada y, en todo caso, se activó un tic levemente hostil a lo que veían. Pero no les preocupó mucho porque, como diría Niemöller, la cosa no iba con ellos. La aparición de de Podemos ya fue más grave porque les disputaba la clientela electoral y la hegemonía en el espacio político a la izquierda del PSOE. Disputa por decir algo, más bien somanta, en pocos meses les habían sorpassado y de un modo abrumador. Acontecimientos bastante fastidiosos para un colectivo convencido de que la historia, hegeliano marxista ella, jugaba a su favor, y siempre, con algún que otro sobresalto, en el sentido del progreso que culminaría naturalmente en la sociedad socialista. Ahora que el PSOE parecía hundirse, ¿quienes eran estos advenedizos? Con algunas encomiables excepciones se avanzaron dos tesis alternativas Podemos era un grupo infantiloide de intelectuales pequeñoburgueses fruto de una indignación efímera, o Podemos era un montaje anti IU del Ibex35,asustado por su crecimiento. Un enemigo, en ambos casos, alguien que, deliberadamente o cumpliendo un destino, quería acabar con ellos. 

Desde luego, no hubo en IU una actitud monolítica respecto a la nueva situación que inauguraba Podemos, ni en el análisis ni en la práctica. Simplificando, creo que se presentaron dos posiciones en el ámbito teórico-doctrinal y otras dos en el de la acción política. En el terreno de las ideas se encontraba la posición inmovilista-doctrinaria frente a la 'abierta'. En el de la praxis los principistas y los pragmáticos. Estos posicionamientos se combinaban entrecruzadamente dando lugar, de modo muy esquemático, a tres agrupaciones. Una, la de Garzón y adláteres, no todos de la misma catadura ética y política, abierta y principista. Otra la de la  mayoría de la dirección de IU, con sus Lara, Llamazares (aunque estuvieran enfrentados), etc., pragmáticos, por supuesto, y en mi opinión bastante más doctrinarios que abiertos. Por fin un tercer grupo, sin grandes nombres pero fuertemente enquistado en direcciones territoriales, que veía en podemos un rival antagónico con quien era imposible una coincidencia estratégica y aun difícil y peligroso un acuerdo táctico. En mi opinión, esta configuración subjetiva se reflejaba en el espació de lo objetivo, el de los procesos históricos reales y el rol de los diversos agrupamientos sociales, en dos lugares de la estructura política, el de los agentes del bipartidismo (con un huequecito para la izquierda no extinguida), esto es del Régimen del 78, y el de los agentes de impugnación y posible cambio de ese Régimen. 

El drama de esta situación de IU es que, por un lado, los que tenían una ideología, un programa y una línea de acción suficientemente clara eran los inmovilistas. Y la ideología, el programa y la línea pertenecían a la imposible adaptación a lo real de una vieja izquierda subordinada a la Unión Soviética y al comunismo leninista-stalinista que se había convertido tras la caída del bloque soviético en un anacronismo en vías de desaparición. IU era un aparato ligado orgánicamente al Régimen del 78 y un colectivo adherido sentimentalmente a un pasado mitificado y (felizmente), irrecuperable; en un supuesto de continuidad indefinida del Régimen,  IU habría durado como mucho una generación más, transitando entre noches electorales sin cenar por sacar tres diputados y de brindis con cava por conseguir doce. La otra pata del drama es que la nitidez de las  ideas y actitudes de los inmovilistas brilla por su ausencia en los aperturistas. Es comprensible, han tenido que luchar en el terreno político y, sobre todo, burocrático, con los inmovilistas, y se han visto abocados a la imposible tarea de  elaborar líneas nuevas de pensamiento y de acción estando tremendamente lastrados por su fidelidad libidinal y orgánica a lo viejo. 

Varias han sido las 'refundaciones' de IU en los últimos años, todas ellas fallidas, y todas por esto mismo: el boicot activo o pasivo de la vieja guardia y la incapacidad de encontrar salidas políticas teniendo que mantener la fidelidad a dogmas identitarios intocables. Esta experiencia de fracasos da la impresión que ha provocado una especie de huida hacia adelante, de viaje a no se sabe qué lugar, que es, en puridad, la candidatura 'conjunta' con Podemos para IU. Tuvieron una oportunidad, cuando buena parte de la gente del 15M se revolvió contra Podemos, por su deriva autoritaria y oligárquica, y creó las candidaturas municipales de unidad popular, los Ganemos, Mareas, en Común, etc., a las que después se incorporó Podemos, en muchos casos de manera vergonzosa, por manipuladora y ventajista. IU ni las vio venir, pero tras los excelentes resultados en mayo2015 y el hegemonismo de Podemos, los 'aperturistas' tuvieron un rasgo de lucidez: apoyar esos movimientos de base crecidos y llenos de moral para contribuir a la construcción de un proyecto de organización radicalmente abierta y democrática de las capas populares, en el que las bases estuvieran por encima de los aparatos partidarios, cuyo primer objetivo sería montar una candidatura unitaria. Eso fue, intentó ser, Ahora en Común. En mes y medio se lo cargaron. Con algunas meritorias excepciones, la cultura leninista-estalinista clásica de manejar los movimientos y capitalizar sus logros se puso en marcha a toda máquina: los miembros de AeC que no eran de IU – y en los inicios eran muchos – salieron escaldados en pocas semanas. Finalmente, AeC degeneró en una cosa que se llamo Unidad Popular, una especie de careta de IU que ni aportaba nada ni beneficiaba electoralmente a nadie. Se sacaron dos diputados y, es muy probable que, si no se hubiera presentado Garzón, ninguno.

Plenamente consciente de que IU se hallaba sumida en un proceso agónico y en un estado groggy, Garzón dio, por fin, un golpe en la mesa, se autoimpuso como secretario general, ¿quien habría de hacerle frente?, e impuso el pacto con podemos; todo ello muy democráticamente, con un cómoda mayoría – lejos no obstante de la semiunanimidad aclamatoria típica de los viejos tiempos de comunismo a la soviética – que no ocultaba un componente de chantaje: no necesitaba explicitar que su permanencia como secretario general estaba ligada a la aceptación de su estrategia de pacto con Podemos, y muy poco entusiasmo: dos tercios del censo de IU no votaron el refrendo de dicha estrategia. Si a este punto de partida se le añaden el malestar causado por las listas en el entorno de IU, que en casos como el quinto puesto de Garzón en Madrid fue sentido como una provocación, por la autodefinición de UP como socialdemócrata por Iglesias, por sus loas a Zapatero, por el rebaje del programa, y unas cuantas cosas más que mostraban la preponderancia absoluta de Podemos, no es de extrañar que una fracción considerable de quienes habían votado IU en las elecciones del 20D no se acercaran por las urnas. Es también posible que algunos de ellos votaran al PSOE, pero creo que ese traspaso es cuantitativamente irrelevante. 

Gangrenada por las deudas, sin espacio político, maniatada por la fijación leal a unas concepciones y a unos fastos míticos que tendrían que ser sometidos a una crítica feroz para poder elaborar algo que tuviera que ver con el presente y que condujera a una acción transformadora no fantasmática, las perspectivas de IU son más que oscuras ; que no lleguen al negro de luto depende de la lucidez y audacia de unos pocos y de que los dioses del azar le sean benévolos. Pero esto ya corresponde al panorama político que se abre tras el 26J y lo trataré más adelante. 

2 comentarios:

  1. Hago hincapié en algo que señalas: los votantes 'clásicos' de IU no podían transigir con las declaraciones de Pablo Iglesias sobre la grandeza de Zapatero y las bondades de la socialdemocracia. Fue un error tremendo de Iglesias decirlo. Sumado a otros que, también, tienen que ver con la impresión de bipolaridad que transmite.
    Gracias por tus reflexiones.
    Ana Sacristán

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    1. Desde luego, era demasiado para sus muy anchas (en algunas cosas) tragaderas. No sé en que estaba pensando Iglesias.

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