martes, 19 de julio de 2016




La miseria política de la narrativa


Iñigo Errejón publicó el pasado 17 de julio un artículo en eldiario.es titulado: 'Del asalto al cerco: Podemos en la nueva fase'. Se trata de un texto típicamente errejoniano, que podría denominarse esotérico. Como es sabido en la filosofía clásica griega, la mayor parte de las escuelas generaban doctrinas esotéricas y exotéricas. Éstas última estaba dirigidas a lo que ahora llamaríamos 'gran público'; utilizaban, por tanto, un lenguaje comprensible para todos aquellos medianamente cultos y, dependiendo de sus mismas doctrinas esotéricas -- conocedoras de la Verdad 
-- , las exotéricas reflejaban aquellas o eran un discurso pedagógico con el único objetivo de manejar al demos, incapacitado para el auténtico saber. Las enseñanzas esotéricas estaban sólo al alcance de los miembros de la escuela, en los dos sentidos de alcance, porque sólo se les transmitían a ellos y porque sólo ellos tenían las claves escolásticas para poder entenderlas. 

Obviamente, el esoterismo de Errejón se reduce sólo a esta última cualidad, no son mensajes arcanos. Aunque cualquiera pueda leerlos y asombrarse de lo listo que es el chico, se dirigen a sus incondicionales, por un lado, y a sus exegetas, de otro. Están repletos de términos técnicos, o más exactamente, de uso técnico de términos comunes, de un halo de sabiduría académica solo conseguible para los que saca matrículas de honor y de una huida de la claridad que Ortega calificaría de descortesía. Pero todo esto es peccata minuta en relación con lo que considero el reparo fundamental a su discurso político: la sustitución del análisis metodológicamente riguroso por el famoso post-postmoderno relato. Del mismo modo que el populismo no es una práctica política sustancial y mínimamente homogénea – a la vista se hallan la diversidad de populismos que son y han sido –, sino una forma de hacer política (Laclau), lo de Errejón es una forma de hacer teoría. Una forma mala en mi opinión, porque refleja una visión 
en última instancia idealista del mundo. Supongo que por eso le encanta a Fernandez Liria. De hecho, yo creo que, en rigor, los textos e intervenciones de Errejón son exotéricos aunque suenen difíciles: es la construcción de la realidad, mediante la construcción de un discurso que, de tanta lucidez, ciega a aquellos que están precondicionados para ello. Son los evangelios según San Iñigo. 

A mí, la lectura de estos textos me resulta bastante tediosa. Sin embargo, creo que es necesario leerlos (al menos, de vez en cuando) porque constituye la única base teórica de Podemos; el resto es puro oportunismo disfrazado de un maquiavelismo de Juego de Tronos, que carece de consistencia alguna. Es decir, si Podemos es algo más que el vehículo de un proceso de renovación sociológica y generacional de parte de las élites del sistema, es la disquisición de algunos de aquellos que se tomaron en serio la puesta en cuestión radical del orden establecido que apuntó el 15M; aunque fuera para darle la vuelta, el caso es que lo tomaron en serio. Poniéndonos hegelianos, si el populismo errejoniano fue la negación-superación del 15M, a lo mejor de la negación-superación del populismo podemita puede salir algo estimulante en la perspectiva de construcción de poder popular autónomo.

En las entradas de los próximos días analizaré críticamente el texto primero por partes, párrafo a párrafo, y finalmente intentaré insertar la propuesta de Errejón en el marco general del aquí y del ahora.

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