jueves, 21 de julio de 2016



La miseria política de la narrativa (2)


Inserto en azul uno o más párrafos del texto de Errejón y, a continuación, paso a comentarlos.

El movimiento del 15 de mayo de 2011 fue al mismo tiempo manifestación y catalizador de un proceso de crisis orgánica en España, que se venía larvando largamente pero que se aceleró y agudizó con la crisis financiera de 2008 y, sobre todo, con la falta de respuesta política de los actores dominantes. Algunos de sus elementos centrales han sido el funcionamiento desacompasado de los aparatos estatales, la extensión de tramas mafiosas que patrimonializaban las instituciones, la corrosión de la solidaridad entre élites como efecto de la corrupción, la quiebra de las expectativas sociales y del ascenso social individual, la pérdida de prestigio de los gobernantes y el profundo desgaste de sus partidos o las severas dificultades del modelo español de desarrollo y la inserción periférica en Europa. En suma, el orden existente aparecía a ojos de una mayoría transversal de la población como caduco, colapsado, corrupto y escasamente capaz de satisfacer demandas u ofrecer garantías de mejora en el futuro y para las siguientes generaciones y, sobre todo, con enormes inercias y dificultades para autorreformarse. Estas condiciones generaban un descontento horizontal no absorbido por las narrativas tradicionales de la protesta ni tampoco por los canales ni las promesas de los sectores dirigentes. Se configuraba así lo que interpretábamos como una situación populista.

Afortunadamente, la movilización social y su impacto sobre el clima cultural y el sentido común de época le dieron a este escenario de crisis una interpretación y politización progresista y no reaccionaria: de contestación plebeya a favor de una reordenación de la convivencia en pos de más democracia, soberanía popular y justicia social. La “hipótesis Podemos” leía que en España se abría una ventana de oportunidad para la victoria electoral de una fuerza transversal, popular y ciudadana, que articulase los consensos nuevos que ya comenzaban a fraguarse por fuera de la política institucional, en un divorcio acelerado entre “la gente” y las élites políticas y económicas. Pese a la alta contestación y polémica que esta hipótesis despertó entre las minorías activistas, las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014 supusieron un aldabonazo que inició en la política española un ciclo corto y acelerado presidido por el empuje de Podemos, su iniciativa intelectual y cultural y la obligación del resto de fuerzas políticas a reorganizarse o mutar para hacerle frente
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- No hay, ni de lejos, una crisis orgánica; parece increíble que se diga esto después del 20D y el 26J. Ciertamente, el 15M sacó a la luz palabras y pensamientos hasta entonces marginados, que en todo caso revelaban el surgimiento de problemas para mantener un consenso que, no se olvide, se había basado en una prosperidad económica que, aunque efímera y destructiva a la larga, había generado un extendido bienestar subjetivo. El 15M ensanchó las grietas de un régimen ya desgastado por la corrupción y, sobre todo, por la crisis económica. Pero, de ahí a una crisis orgánica media un largo techo. Como es sabido la expresión 'crisis orgánica' proviene de Gramsci. Aunque sea un poco larga, pongo a continuación la definición que da nuestro pequeño gran sardo en los Cuaderni:

"En cierto punto de su vida histórica los grupos sociales se separan de sus partidos tradicionales, o sea que los partidos tradicionales en aquella determinada forma organizativa, con aquellos determinados hombres que los constituyen, los representan y los dirigen no son ya reconocidos como su expresión por su clase o fracción de clase. Cuando estas crisis tienen lugar, la situación inmediata se vuelve delicada y peligrosa, porque el campo queda abierto a soluciones de fuerza, a la actividad de potencias oscuras representadas por los hombres providenciales o carismáticos. :Cómo se crean estas situaciones de oposición entre representantes y representados, que del terreno de los partidos (organizaciones de partido en sentido estricto, campo electoral-parlamentario, organización periodística) se refleja en todo el organismo estatal, reforzando la posición relativa del poder de la burocracia (civil y militar), de la alta finanza, de la Iglesia y en general de todos los organismos relativamente independientes de las fluctuaciones de la opinión pública? En cada país el proceso es distinto, si bien el contenido es el mismo. Y el contenido es la crisis de hegemonía de la clase dirigente, que se produce ya sea porque la clase dirigente ha fracasado en alguna gran empresa política para la que ha solicitado o impuesto con la fuerza el consenso de las grandes masas (como la guerra) o porque vastas masas (especialmente de campesinos ; de pequeño burgueses intelectuales) han pasado de golpe de la pasividad política a una cierta actividad y plantean reivindicaciones que en su conjunto no orgánico constituyen una revolución. Se habla de "crisis de autoridad" y esto precisamente es la crisis de hegemonía, o crisis del Estado en su conjunto."(Cuad. XIII- Edición crítica Instituto Gramsci).


Que, a tenor de esto, se sitúe al Régimen del 78 en una situación de crisis orgánica, me parece muy excesivo, a no ser que me haya perdido algo. A lo sumo se encuentra en en un estado de renovación de élites y con una hegemonía debilitada pero aun enormemente robusta teniendo en cuenta que llevamos ocho años de crisis económica y de 'austeridad'.

De esta supuesta crisis orgánica surgiría la 'situación populista' – que viene a ser, parafraseándolo en la jerga marxista de mis años mozos, la existencia de condiciones objetivas para el desarrollo exitoso de una política de corte populista – y su contrapartida, la 'hipótesis Podemos', más o menos las condiciones subjetivas, esto es: un estado de conciencia política en amplios sectores de la población proclive a apoyar un proyecto político como Podemos. Es significativo que en medio de los cambios y variadas piruetas autonarrativas de Podemos en estos dos años, Errejón siga reivindicando la etiqueta 'populismo', pese a que está claro que el llamado (¿o no?) a ser líder carismático de ese 'estilo populista' de hacer política, a lo Mouffe y Laclau, cada vez está más alejado de tales concepciones tan postmarxistas y, por el mismo precio, de el mismo Errejón. Esto habla bien de Iñigo y lo confirma como único ideólogo serio de Podemos (manque le pese al togliatista Monereo, muy hábil hermeneuta, como todos los intelectuales de tradición estaliniana).

Errejón tergiversa los hechos cuando hace la, por otra parte,curiosa, afirmación:” Pese a la alta contestación y polémica que esta hipótesis despertó entre las minorías activistas, las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014 supusieron un aldabonazo que inició en la política española un ciclo corto y acelerado presidido por el empuje de Podemos, su iniciativa intelectual y cultural y la obligación del resto de fuerzas políticas a reorganizarse o mutar para hacerle frente”. 

Antes de seguir, y pido perdón por lo tiquismiquis,  manifiesto mi fastidio por el mal uso casi sistemático que hace esta nueva generación de politólogos y sociólogos del término 'ciclo', al que identifican confundentemente con periodo. No todo periodo (lapso de tiempo) es cíclico, y determinar que lo sea o no lo sea es de suma importancia en ciencias sociales. Por ejemplo, las crisis económicas capitalistas de medio plazo son cíclicas, las crisis políticas no lo son estructuralmente. No hay tal cosa que un ciclo corto presidido por el 'empuje de Podemos'. 


La tergiversación que indico arriba es un trastocamiento del orden en que sucedieron los hechos. El gran e inesperado éxito, auténtico cisne negro, de Podemos en la Europeas de 2014 se hizo reclutando a prácticamente todas las 'minorías activistas' – exceptuando sólo a los muy ácratas – y aprovechando la capacidad de éstas de conectar con capas muchos mas extensas descontentas con la situación política; una capacidad no perdida que habían demostrado en los meses posteriores al 15M. La 'hipótesis populista' estaba sólo en la cabeza de Errejón y en la interpretación sui generis que de ella hacía Iglesias (recomendable al respecto la peli de León de Aranoa). Los magníficos resultados de mayo del 14 se debieron a un voto antirégimen del 78 con un contenido más expresivo que político. Todo el mundo tiene claro que el Parlamento de la UE no vale absolutamente para nada, de modo que no se corría ningún riesgo y estaba muy bien que fueran allí chavales jóvenes, honestos y bien formados a proclamar las verdades que el Régimen había silenciado hasta entonces. No fue tras el 25 de mayo, sino después de Vistalegre, cuando Errejón planteó de manera explicita la 'hipótesis populista'. Recuérdese que, al principio, cuando los media se recuperaron del susto y de la perplejidad y comenzaron a arremeter contra Podemos, los acusaban de populistas; por supuesto, sin saber qué es el populismo, sólo porque es el tercer epíteto descalificador, el que utilizan cuando no es aplicable 'terrorista' o 'comunista'. Pues bien, todos recordaremos que Podemos, como san Pedro la víspera de quedarse sin jefe, y bastantes mas de tres veces, negó ser populista. 

La victoria de Podemos en las europeas impulsó una dinámica de entusiasmo en las 'minorías activistas', muchos de cuyos componentes se lanzaron a multiplicar y masificar los círculos de Podemos con una mentalidad, creo que innegable, de ser el poder de Podemos y el embrión de un poder popular, mientras que otros se planteaban proyectos similares a lo que entonces se creía que era Podemos cara a las elecciones locales del próximo año; un movimiento autónomo y municipalista que trabajara en paralelo con Podemos en la configuración de un movimiento general radicalmente democrático. No eran esos, en absoluto, los planes del entonces trío pensante de Podemos. Los planes eran la organización que salió de Vistalegre. La linea de acción a seguir para conseguir su realización fue, en un alarde de coherencia, hacer como-si ya existiera la estructura de Vistalegre seis meses antes de la celebración de la asamblea. Por ejemplo, hicieron una lista-plancha para preparar un acto constituyente que consagrara las listas-plancha.



La Asamblea Ciudadana de Vistalegre, en la que Podemos se dotó de estructura organizativa y hoja de ruta estratégica, supuso una apuesta política pública, audaz y no exenta de riesgos: organizar la ola de entusiasmo para ganar las elecciones generales que cerrarían el ciclo corto y acelerado de dos años en el que casi todo el poder institucional estaría en juego. Para ello, había que construir una “máquina de guerra electoral” que estuviera en disposición de dar una serie de batallas electorales y mediáticas determinadas por un ritmo y unos marcos de la disputa prefijados por nuestros adversarios. En términos de Gramsci, se trataba de construir un instrumento político, ligero, cohesionado y rápido, que pudiera librar una “guerra de movimientos” vertiginosa –casi una “guerra relámpago”- y aprovechar la ventana de oportunidad abierta y el desconcierto de los viejos actores. Como toda decisión organizativa, tuvo costes e implicó descartar otras opciones, pero sin la menor ingenuidad: siendo conscientes de que la transformación política va mucho más allá de la batalla electoral pero también que de cómo se librase esta dependían las condiciones para seguir trabajando en aquella en un proceso de medio plazo para construir, no solo una alternativa de gobierno, sino una voluntad general nueva.


Sin la menor ingenuidad, Errejón reconoce que todo Podemos se supeditó al objetivo electoral y que ello implicó 'descartar otras opciones'. Esas otras opciones, que no se citan, consistían en perseverar en el impulso político inicial de Podemos, el que le había dado vida y le había permitido distinguirse con nitidez de los partidos del Régimen, no solo del bipartido orgánico, también de su apéndice legitimador, IU; impulso democrático que se situaba frente y contra una estructura política cada vez más oligárquica. La casta, ese enemigo a batir, no era en absoluto un significante vacío, todo lo contrario, estaba lleno de significación política. No era la referencia de un grupo o conjunto de grupos sociales, era una forma de manejar el poder público profundamente antidemocrática. Eso lo entendimos todos menos los estalinistas que pusieron el grito en el cielo porque se hablaba de casta y de pueblo en lugar de clases sociales, de burguesía y de proletariado. Es curioso, pero no casual, que el término que se repitió ad nauseam durante la campaña electoral del 2014 fuera siendo progresivamente dejado de emplear. A partir de Vistalegre, ya no había casta; tampoco pueblo, sustituido por 'la gente'.

Podemos pasó a ser una 'máquina de guerra electoral' al día siguiente de conocerse los resultados de las elecciones al parlamento europeo. Es muy revelador la afición de los tres líderes de Podemos (Monedero, algo menos) a los términos y las metáforas bélicas. Se amparan en Gramsci, a quien también le gustaban, pero creo – aunque éste texto no es el lugar para argumentarlo – que en lo que en uno es una forma de visualizar, de pensar y de exponer un conflicto social, quizá adelantándose a aquello de Focault (enmendando a von Clausewitz) de que la política es la guerra por otros medios, en otros es un rasgo simplificador y casi pueril, demasiadas pelis, demasiado go, demasiado Sun Tzu. En todo caso, hay un hecho en el que hay consenso casi universal: en las guerras se precisa de jerarquía, disciplina y mando único incuestionable en cada nivel y en cada unidad operativa. Para ser una máquina de guerra, había que acabar con los círculos, un contrapoder enormemente peligroso, y había que reafirmar la propia identidad frente a alternativas peligrosas: de ahí su no participación en los procesos de formación de candidaturas de base en las municipales y presentarse con la marca en solitario a las autonómicas. Finalmente, hubieron de ceder algo en el ámbito local y establecer alianzas, siempre problemáticas, con los Ganemos, en Común y Mareas.


El párrafo termina con la afirmación de que eran “conscientes de que la transformación política va mucho más allá de la batalla electoral pero también que de cómo se librase esta dependían las condiciones para seguir trabajando en aquella en un proceso de medio plazo para construir, no solo una alternativa de gobierno, sino una voluntad general nueva”. A primer vista, suena bien, el problema es que Podemos se planteó la 'transformación política' con una concepción netamente etapista y priorizado siempre el campo electoral-institucional. Primero vamos a ganar las elecciones, para lo que hace falta fundamentalmente un grupo centralizado de expertos en marketing electoral, y ya después, si eso, dejamos que se construya la voluntad general (por cierto eso de 'nueva' aplicado a la voluntad general; Iñigo debió faltar a la clase sobre Rouseau).



Creo que acertamos al leer el ritmo y las prioridades del momento. La hipótesis de la ventana de oportunidad nos ha permitido llegar lejos, aunque no hasta el final de nuestra estrategia. Esto se debe tanto a errores propios como a la complejidad, flexibilidad y densidad de los dispositivos de defensa del régimen. El modelo Vistalegre supuso, como hemos dicho en otras ocasiones, “correr y atarse los cordones al mismo tiempo” pero, aunque no hayamos alcanzado nuestros objetivos prioritarios, hemos de decir que sin él no habríamos llegado hasta aquí en un ciclo tan corto, turbulento y a menudo hostil. Hace dos años no existíamos y hoy representamos el 21% del voto, somos un actor consolidado e insoslayable, hemos cambiado el mapa político de España obligando a nuestros adversarios a parecérsenos para combatirnos y hemos ampliado el horizonte de lo posible en nuestro país. Somos además el vector más dinámico de cambio cultural e institucional en el Estado español: primera fuerza en Catalunya y en Euskadi con el único planteamiento plurinacional capaz de enfrentar la crisis del modelo territorial, gobierno en las alcaldías de las principales ciudades del país, así como primera fuerza entre adultos jóvenes y jóvenes. Podemos se ha impregnado mucho de España al tiempo que España se ha podemizado . Este es el camino, siempre de ida y vuelta, de la hegemonía posible.”


Si “la complejidad, flexibilidad y densidad de los dispositivos de defensa del régimen” eran las que eran, a lo mejor el principal error propio fue no saber leer la situación real, y, a lo mejor, no existía esa 'ventana de oportunidad' con los ritmos y prioridades que la dirección de Podemos le atribuyó. 

En efecto Podemos ha conseguido mucho, pero, de momento, para Podemos. Tienen muchos diputados, pero siguen siendo una minoría en el Congreso sin capacidad para sacar adelante ningún proyecto legislativo que no cuente con el apoyo de los partidos de un Régimen robustecido con los resultados del 26J. Frente a lo que afirma Íñigo, los adversarios de Podemos no se han visto obligados a parecérselos. A lo sumo, C's surgió como antídoto de Podemos para lo que tuvo que disfrazarse de nueva política (muy mal, por cierto). Fracasado C's y en, cierta forma, ya innecesario por el relativo fracaso de Podemos, Rivera y sus chicos se han integrado en el bipartito a la espera de su disolución o integración en el PP o en una nueva reconfiguración de la derecha. Sigan la pista de Toni Cantó.

Por último hoy, y bravatas aparte sobre vectores y cambios culturales, me da la impresión de que Podemos se ha españolizado mucho más de lo que España se ha podemizado Cuidado con las hegemonías 'posibles', porque las más probables son las que ya existen. 

Continuará, como los Power Rangers.











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