Aunque trate preferentemente del genocidio llevado a cabo por el colonilismo sionista contra el pueblo palestino, esta mañana me ha llamado la atención la dimisión del primer ministro frances Lecornu que ha durado apenas tres semanas, después de Attal, ocho meses, Barnier, tres meses, y Bayrou, nueve meses. Está claro que no hay un problema de primer ministro, sino de Presidencia y, diría, de la V República. Macron se aferra al puesto como lo hace Sanchez, aunque con menos trapisondismo que nuestro stendhaliano presidente de gobierno. Pero es imposible, la UU, y Macron el primero, están embarcados en un keynesianismo de guerra (si es que eso existe) y una austeridad brutal: 44.000 millones para reducir el déficit más 64.000 millones de aumento de gastos en defensa (3.500 millones en 2026). Y pongo 'más' porque todo eso se deduce del gasto social. Las deudas se pagan, y se pagan con impuesos, a no ser que Francia, sin moneda propia, entre en quiebra; que ya se ha publicado y desmentido). La UE hace aguas econòmica y políticamente por todos lados. Ocurre que en Francia, al igual que hay una extrema derecha notable, como en el resto de Europa, hay una fuerza poderosas, todo lo ambigua e incoherente que se quiera pero izquierda, La France Insoumise y eso supone una diferencia harto relevante con tantos otros pises más pronto que tarde condenados a gobiernos de extrema derecha.
Del 'conflicto' no sé apenas nada nuevo, parece que ya están reunidos en el Cairo negociadores israelítas y de Hamás y que se incorpararán despues enviados de Trump, su sobrino y Witcoff, para aprobar o vetar acualquier acuerdo al que se llegue. Auien manda, manda. En todo caso, es difícil que la negociación vaya más allá del asunto de los rehenes israelitas y del alto el fuego. De momento, continúan los bombardeos de las FDI. Cada día que pasa hau más gente dentro del establishment del Norte Global que comprende que el resto del Plan Trump es papel mojado. Empezando por el gobierno de Netanhayu. Ni Smotrich ni Ben Gvir ni, incluso la mayor parte de la población sionista, una vez liberados los rehenes, van a aceptar los restantes puntos del Plan. No obstante, el viernes anuncia el Cómite Nobel el premio de la Paz de 2025 -nótese la coincidencia de fechas- Trump debe estar convencido, en su mundo solipsista, que se lo van a dar. Otra venganza más del agente naranja a partir del finde.
Adjunto el texto de hice este doming o. Meparece un poco ladrillo y, sobre todo, ,habría que detallar y argumentar algunas ideas que se expresan sin mayores contemplaciones, algo que excede con bastante el blog. No obstante, reflejan lo que pienso.
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Ayer, millones de personas se manifestaron en Europa y Latinoamérica contra el genocidio y la limpieza étnica de Israel, el último, pero no el menos salvaje, Estado colonialista. En España, más de ochenta poblaciones, con Madrid y Barcelona sumando trescientos mil asistentes (aunque las cifras son confusas, no vamos a fiarnos de la policía municipal de Madrid, llena de fascistas y con Almeida al cargo; ya puestos, tampoco de la de Barcelona). Por cierto, enorme el aplauso de casi todo San Mames a los exiliados palestinos en Euskadi.
Son muchas personas. ¿Cuántas saldrían a apoyar al Estado
sionista y a su política, no considerándola asesina sino una razonable
represalia por los atroces desmanes cometidos el 7 de octubre del 23? Si
escribo que una centésima parte, seguramente exagero su cuantía. Pero, por
mucho que me repugne, se trataría de un posicionamiento político y moral. Como
habría dicho Rafael el Gallo, “hay gente pa tó”. Ninguna posibilidad de
acuerdo, ni siquiera de entendimiento, tan sólo relación de fuerza. Relación
que se invierte cuando salimos de la calle y vamos a los despachos: el
establishment mundial se añade, en la práctica, a los sionistas, y los millones
en las calles, de momento, perdemos. Mucho más allá de Trump y Netanyahu, la
estructura geopolítica mundial apuesta por el Estado sionista y su rol en
Oriente Medio
La lógica republicana de la representación, en manos de unos
políticos profesionales al servicio, en primera o última instancia, de la
reproducción del capital, se ha convertido en un instrumento cínicamente
antidemocrático. La irrupción política, aunque sea puntual, del pueblo, de la
gente del común, cuyo único acto político permitido es votar cada cierto tiempo
(dentro del abanico de opciones electorales que se le presenta, opciones que ‘difieren
en lo accesorio y coinciden en lo importante’), es motivo de sorpresa, primero,
y, si se mantiene y crece, de preocupación, después, y, por fin, de miedo. Por
eso, toda demanda política que surge de la iniciativa popular se intenta, desde
ha izquierda sistémica, la socialdemocracia, absorber y controlar, desde la
derecha, ignorar y, en su caso, destruir.
Buen ejemplo de esto es la reacción de la prensa en España
ante unas calles llenas de manifestantes. Por citar a los cuatro capitalinos,
los más influyentes (junto con la Vanguardia, que todavía conserva algo de
periodismo, a diferencia los de Madrid, simples plataformas manipuladoras al
servicio de PSOE, PP y VOX), el único que le da el lugar que le corresponde,
primera plana, es el País, Sánchez quiere, hay que tener la cara de cemento,
presentarse como el adalid de Palestina en occidente; desde hace unas semanas y
hasta que deje de convenir a sus pretensiones de perpetuarse en el cargo. Por
su parte, la prensa de derecha minimiza u oculta las manifestaciones. No vaya a
producirse un desplazamiento electoras masivo, como sucedió con la oposición a
la invasión de Irak.
Las movilizaciones de estos días tienen tres rasgos que las
hacen peligrosas, que amenazan, aunque de momento, muy lejanamente, al Orden
reinante. Una es la potencia de contrapoder. Se originan desde una hybris, en
tanto que a los llamados ciudadanos, que señalaba arriba, sólo les es permitido
votar o, en términos más generales, seguir la normas que las instituciones
establecen para ellos; autoorganizarse y enfrentar al Poder es subversivo y
debe suprimirse. Junto a esto, el contenido de aquello que se reclama. Las
movilizaciones propalestinas únicamente tienen parangón con las de la del ‘no a
la guerra’ en tanto no hay una petición a las instituciones para que se les
consiga tal o cual beneficio. Son actos solidarios, básicamente morales, porque
no se busca un interés propio sino el de otros en un marco mental de hacer
justicia. Moral, justicia, solidaridad, nada más alejado de la política al uso,
palabras siempre peligrosas, que se ridiculizan mientras mueven pocas fuerzas,
pero que llegan a causar terror cuando evolucionan a un riesgo real e
inminente. Los que nos manifestamos no somo ingenuos, sabemos que el problema
de Palestina y el sionismo no se resuelve con una jugarreta de Trump, que se
halla anclado en la estructura geopolítica actual y que, por ello, exige un
cambio radical de la gobernanza de las sociedades. Muchos descubrimos que ya es
insoportable habitar un mundo en que un Estado extermina a un pueblo, asesina
diariamente a decenas o cientos de personas desarmadas, y los oligarcas, los
que tienen en su mano acabar con ello, elaboran argumentarios ridículos y siniestros.
El tercer rasgo es que, en las movilizaciones, el pueblo está cogiendo cada vez más músculo, operativo, pero ambién intelectual ; la población construye pueblo ycultura del pueblo, que siempre es un ente dinámico, un movimiento antidominación, una lucha contra la relación de dominación. Ya no es que seamos un millón o diez millones, es que cada vez somos más, cada vez sabemos mejor lo que son atajos y las falsas soluciones que no solucionan nada. Cada vez muchos, sin dejar de sufrir por los palestinos masacrados, van comprendiendo el paisaje político en que se inseta la barbarie. Veo muchas personas resueltas, entre ellas muchos jóvenes, ausentes en otro ripo de manidestaciones, que están dispuestas no sólo a gritar, también a poner sus cuerpos, a avanzar en el terreno de la desobediencia civil. Quizá sea ingenuo, pero veo que se va alcanzando un nivel de conciencia de la situación global que va más allá del impulso moral de solidaridad, cuando doblan las campanas en Palestina, siguiendo a Donne, “no preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.
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