Provoca vómitos leer hoy, especialmente hoy, las portadas de los principales periódicos españoles, o sea, de Madrid. Supongo que, en general, todos los media mainstream occidentales de derecha o de centro (y unos cuantos que creen que ser social-liberal equivale a ser de izquierdas)
Hay unanimidad en celebrar la tregua entre Israel y Gaza, entre el gobierno de Israel y Hamás (suscrita también por la Yihad Islámica y el FPLP, para qué ponerse precisos) ha suscitado la alegría, a la que me añado, y hasta el entusiasmo en un alarde de cinismo que presenta el alto el fuego como una ‘paz’. Sobre está plétora de euforia escribiré unas líneas.
El Mundo: “La paz de Trump desata la euforia en Israel y Gaza”, ABC:”El todo o nada de Trump. El pacificador”, La Razón: “Trump, artífice del éxito de las negociaciones, habla del ‘principio de una paz duradera’”. Nótese que falta El País, lo que se explica reparando en que su segunda noticia es: “Trump plantea expulsar a España de la Otan si no eleva el gasto militar”. No es buen momento para glorificar a Trump. El problema que se observa no es tanto el sesgo derechista cuanto el hecho de que no se enteran de nada, o bien que no quieren enterarse de nada, o bien que se enteran, pero publican lo contrario.
El plan de los 20 puntos es un disparate que no sólo no busca la resolución consensuada, como mal inevitable, pero acordada por las dos partes, sino una materialización del triunfo del Israel sionista (por cierto, el único Israel posible) que, por supuesto, no va a ser aceptado, al menos hasta la culminación de la limpieza étnica por ningún palestino mínimamente nacionalista. El único mérito que puede atribuirse a Trump, aunque en rigor le corresponde a U.S. Army y a la CIA, es que los palestinos e israelíes tiene que recurrir a omisiones y eufemismos para eludir el manifestar su rechazo al plan Trump de paz.
En concreto, Netanyahu acuerda el plan con Trump en la Casa Blanca, pero, en cuanto llega a Jerusalén declara, en hebreo, claro, que su gobierno se asegurará que unos de los puntos del plan, la posibilidad de los dos Estados, no se cumpla. Lo que Israel y Palestina han firmado es un acuerdo de alto el fuego indefinido -es decir, que puede durar una semana o mil años- con un intercambio de presos, y las condiciones, tiempos, espacios que siguen ocupados, número de presos de cada lado, etc. Para evitar el disgusto de Trump, este acuerdo se considera incluido en el Plan del increíble hombre naranja a modo e Fase I del mismo. Formalmente, podría considerarse que ello implica aceptar el plan en su conjunto, pero nada más lejos de la realidad.
Israel sabe que sumarse a este plan le beneficia porque es, de facto, una sanción de la derrota palestina, y, sobre todo, porque sabe que la resistencia de Palestina no lo va a aceptar y va a luchar contra él. Por cierto, una posición, esta última, que se ha venido repitiendo a lo largo de la historia del ‘conflicto’. Y, en efecto, Hamas se ha opuesto, por omisión, a casi todos los veinte puntos. La posición de Hamás queda clara en lo que interpretan que han firmado. Comunicado de ayer de Hamás:
“Tras negociaciones serias y responsables llevadas a cabo por el Movimiento y las facciones de la resistencia palestina en relación con la propuesta del presidente Trump en Sharm el-Sheij, con el objetivo de poner fin a la guerra de exterminio contra nuestro pueblo palestino y la retirada de la ocupación de la Franja de Gaza, el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) anuncia alcanzar un acuerdo que estipula el fin de la guerra en Gaza, la retirada de la ocupación, la entrada de ayuda humanitaria y el intercambio de prisioneros.”
Claramente, lo que se llama primera fase y que, en realidad, es un pacto de alto el fuego y , se supone, de unas negociaciones ulteriores en pos de una paz (imposible, por cierto, ya que el ‘conflicto’ es del tipo antagonista). Incluso esta ‘primera fase’ va a encontrarse con multitud de obstáculos. Por ejemplo, si se van a liberar a todos esos 250 militantes palestinos condenados a cadena perpetua. Para el régimen sionista muchos de ellos son un claro peligro en tanto que pueden revitalizar la resistencia. En concreto, un ode ellos, Marwan Barghouti, es una especie de mito nacional. Disidente de Fatah, puede fortalecer la lucha en Cisjordania, acelerando el fin del colaboracionismo de las más que podridas ANP y Fatah de Mahmoud Abbas.
Iba a hablar de la muy improbable concesión al Nobel de la Paz a Trump, y veo, que las ilustres y despejadas cabezas de Comité Noruego se lo han dado a ¡Corina Machado! Hablare en otro momento sobre ello. Todo me recuerda a aquello del Hamlet: “Los tiempos están desquiciados”.
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