160125.
Bienvenido el alto el fuego en Gaza -no ovidemos que son 42 días, después, ya veremos-. La matanza se detiene, el genocidio sigue; sin que, hoy por hoy, quepa la esperanza de una resolución definitiva Que ya sabemos cual es, tan necesaria -en los dos sentidos de la palabra- como imposible (hasta que no cambie todo): un solo Estado estado pluriétnico y democrático, sin sionismo ni islamismo político fundamentalista, en el que convivan todos, sin violencia ni imposición de ningún tipo. En cualquier caso, a partir del domingo, millones de gazatíes dormirán con la placidez de saber que no será su última noche. Es mucho, muchísimo.
Echando una ojeada a portadas de la prensa española.
ABC, titular: Trump se apunta el primer punto con la tregua e Gaza.
El Mundo, titular: Israel acuerda con Hamas la tregua que reclamaba Trump.
El Pais, letras medianas debajo del titular: Biden logra detener el conflicto con la participación del equipo de Trump.
Parece que la inmensa mayoría de los media asume el rol principal de Trump en la raquítica pero muy plausible tregua entre, dicen todos ellos, Israel y Hamas. Antes de seguir, curiosa equiparación: Israel y Hamás. Ésta última ostenta el gobierno de Gaza, lo más parecido a la legalidad por el momento, luego el pacto se efectuaría entre Ysrael y Gaza, o, mejor, entre Israel y Palestina, en tanto que la ANP, aunque ya no pinte nada, lo apoya (y, que yo sepa, no se han abrogado los acuerdos de Oslo). Puesto que Hamás es, para todos los medios mainstream, una organización terrorista, la simetría obra sus efectos: Israel ya no es mucho más que un ente colonial que masacra a la población autóctona. Un Estado terrorista, pues.
Del, creo, muestreo representativo de la prensa del establishment mundial infiero que se atribuye el mérito del alto el fuego a Trump. Hasta El País, como paradigma de medio ‘liberal’ se ve obligado a reconocer que, si bien el pergeñador del acuerdo es Biden, lo hace con la “participación del equipo de Trump”, lo que viene a querer decir que sin esa participación no se habría llegado al pacto. En efecto, parece que la participación de Trump ha sido decisiva. Es evidente que Biden siempre ha buscado un cese de hostilidades desde que la revancha sionista por el 7 de octubre comenzó a levantar ampollas en buena parte de la opinión pública. Tan evidente como que Netanyahu ha rechazado el acuerdo pese a los rehenes israelitas de Hamás. La cercanía del paso de testigo de la presidencia de USA ha sido providencial. Biden, seguramente, ha redoblado la presión sobre el premier sionista para que la Historia le recuerde como el gran muñidos del fin de la violencia en Palestina. Algo patético, pues, aparte de los cincuenta mil asesinados, el fuego se va a reanudar más pronto que tarde. Pero Trump no le iba a conceder ni esa triste gesta, temeroso de que, si bien muy improbable, no era imposible que los sionistas cedieran. Por añadidura, Hamás podría volverse menos exigente dada la innegable debilidad que le da la caída del ‘frente de la resistencia’. Así Trump, a modo ‘preventivo’ del éxito de Biden, entra, como acostumbra, ala manera del elefante en la cacharrería -porque puede hacerlo- y obliga a Netanyahu a comerse sus bravatas. Para ilustrarlo, añado un fragmento de la web The Electronic Intifada, citando al diario israelí Haaretz. Es una descripcion novelada de la irrupción de Trump en el proceso de cese bélico:
«… Steve Witkoff [encargado de Trump] informó a la oficina de Benjamin Netanyahu el viernes pasado que llegaría a Israel al día siguiente y quería reunirse con él.
Los asesores de Netanyahu “explicaron educadamente que era pleno sabbat pero que el primer ministro se reuniría con él con mucho gusto el sábado por la noche”, según el periódico israelí Haaretz .
“La reacción brusca de Witkoff los tomó por sorpresa”, agregó Haaretz . “Les explicó en un inglés sarcástico que el Shabat no le interesaba. Su mensaje fue alto y claro”.
Netanyahu obedeció las órdenes del enviado de Trump y se presentó en su oficina como se le ordenó “para una reunión oficial con Witkoff, quien luego regresó a Qatar para sellar el acuerdo”.
El resultado de esa reunión, según Haaretz , es que “Witkoff ha obligado a Israel a aceptar un plan que Netanyahu había rechazado repetidamente durante el último medio año”, haciendo una concesión seria a un Hamás que no se ha movido de su posición de que la liberación de los cautivos israelíes debe estar condicionada a la liberación de los prisioneros palestinos, el fin de la guerra y una retirada israelí completa -aunque gradual- de Gaza.»
Continua el texto señalando, con razón que “Este acto podría destruir el mito de que el lobby israelí tiene una influencia decisiva sobre el gobierno de Estados Unidos”. Me parece enormemente significativo. Trump tiene un poder, sobre todo real, pero también mental muy superior al de Biden. La AIPAC y el resto del lobby sionista tiene una gran capacidad de influir sobre Trump, no de dictarle la política, que es el caso de Biden. Esto vale para el conflicto palestino-israelí y para el resto de las relaciones internacionales. Trump, cada vez se vé más claro, utiliza faroles, pero no va de farol en su segundo mandato.
Esta mañana. La Vanguardia: “Israel frena la votación sobre el alto el fuego tras acusar a Hamas de modificar el acuerdo”. Así que Netanhayu, humillado por Trump, quiere autoreivindicarse. Como si no fuese la inacción de USA la que le hubiese permitido llevar a cabo todas las barbaridades ejercidas contra el pueblo palestino. Netanhayu sabe que va a firmar el domingo y que Trump le ofrecerá, si es que quiere, de maquillar un poquito su auténtica faz: la de un tipo subordinado a la voluntad de USA. O eso o la cárcel, Bibi. Tú eliges.