miércoles, 1 de enero de 2025

 


010125.



En la situación de incertidumbre, angustia, miedo, pesimismo e, incluso, desesperanza, que dominan la psicología de masas, los media se lanzan a hacer pronósticos sobre el 2025; dejo fuera los astrológicos o similares, por supuesto. La mayor parte de los vaticinios son optimistas, dentro del grave estado de cosas que habitamos, otras, catastrofistas, y, en cualquier caso, la gente, en general, tiende, si no a creer, a sentirse algo consolados por esta capacidad humana de predecir el fúturo ‘científicamente’, no deja de conformar un suelo, aunque sea escurridizo y bamboleante, del control del humano sobre la realidad. Algo es algo, me cortan una pierna, pero ya me habían dicho que estaba gangrenada. Item más, las predicciones fallan con frecuencia, pero como fallan todos los años, se genera una estabilidad, que falta hace.
Une sólo puede señalar procesos naturales (no agrego sociales, porque son un subconjunto de los naturales), cambiantes por naturaleza. Añadiré escuetamente tres fenómenos muy genéricos que definen toda coyuntura social.

- Política. Continua el enfrentamiento, ya abierto, aunque todavía un tanto confuso a un examen superficial, entre el ‘el viejo mundo que se muere’ y me temo, no ‘el nuevo mundo que tarda en aparecer’ sino en los ‘claroscuros’. Corrigiendo al optimismo de Gramsci -entonce uno podía, y debía, serlo-, las alternativas en conflicto lo son entre la democracia liberal -cada vez menos democrática y más iliberal- y la extrema derecha populista y despótica, mejor adecuada a los tiempos y que, por tanto, va venciendo. La izquierda precolapso, una bonita idea.
El caso argentino es un buen índice de las enormes dificultades para que las masas populares se movilicen y, la casi imposibilidad de que lleguen a amenazar los actuales poderes de dominación.


- Económica. No creo casi nada en las ondas, más allá de su vis didáctica, y menos aún en los ciclos que superan el de negocios. Si se quiere hablar de las ondas de Kondriatef, no me preocupa mucho precisar si estamos en otoño o en verano, lo que me interesa es que nos hallamos en un largo pero irreversible periodo de agotamiento de recursos naturales y energéticos, que repercute de manera decisiva en la disminución de la oferta y el aumento de los precios reales. El creciente peso del aparato financiero no ha sido más que pan para hoy y hambre para mañana. La economía mundial ha pasado por una fase de crecimiento mínimo, casi de estancamiento, y lo que parece es que viene una depresión que será muy intensa y sin posibilidad de recuperación de las tasas de ganancia. Demasiado endeudamiento, demasiada desigualdad, demasiada precariedad. No me pronuncio sobre el’desmoronamiento’ del capitalismo, pero sí en la necesidad que habrá de un régimen de regulación del mismo -habitualmente, tarea de la políticia- muy drástico.


- Naturaleza. O sea, fin de recursos baratos, mencionado arriba, y cambio climático. No suy pitonisa, ni climatólogo, y no sé si el nivel de ‘episodios meteorológicos extremos’ llegará este año o los siguientes ni si el establishment mundial, y, de paso, las mayorías sociales, continuarán mirando a otro lado, con los BAUs (Bussiness As Usual) tal como los conocemos, o empezarán a comprender la inevitabilidad de una profunda transformación social. Ingenuidad; quien manda es el capital.



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