viernes, 7 de marzo de 2025



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La polarización geopolítica mundial que contempla Trump a corto y medio plazo viene a presentar dos ejes y medio, USA, China y Rusia como medio que se desplaza a un lado, otro o ninguno, pero cuyo poder nuclear hace que las dos superpotencias centrales tengan que contar con ella, China, con su apoyo y USA con su neutralidad. Creo que queda clara mi opinión de que Trump no es precisamente un pacifista. Su actuación en el conflicto de Oriente Medio es diáfana, un apoyo absoluto a Netanyahu en su genocidio del pueblo Palestino y a una neutralización del llamado ‘frente de resistencia’ que, entre otras cosas, impida que Irán llegue a poseer la bomba atómica; en definitiva, el predominio absoluto de Israel, ese Estado racista y fascista, en toda la zona. Si, en este momento, Trump pugna por la paz en Europa, no es porque le preocupen los ucranianos en particular no los europeos en general, sino por motivos estratégicos: Europa debe desaparecer como union, y sus Estados deben ser socios menores semicoloniales de USA. Hay que alejar, al menos por el momento, la perspectiva de una guerra nuclear (a que casi abocaba la necedad de la OTAN). Obviamente, si cae Trump -es decir, el MAGA y el soporte de las grandes corporaciones, principalmente las armamentistas de USA, los inmensosfondos norteamericanos que dominan medio mundo y los techno bross con sus patentes y control tecnológico- y se vuelve al mainstream anterior a enero del 2025, la UE se recuperará y Putin seguirá siendo, oficialmente, ‘una amenaza para Europa’.

Mientras tanto la UE y sus líderes se verán obligados a gesticular y a teatralizar lo vivido estos días: loores a Zelensky, afirmación de su más que irreal plan que pasa por mantener los territorios ucranianos anteriores a la guerra e ingreso en la OTAN. Es decir, un plan de victoria bélica. Con la USA de Biden, impensable, con la de Trump, impensable y ridículo. Todo esto parece que no lo entiende la oligarquía política europea (digo ‘política’ porque el capital europeo contempla todo esto con cierta lejanía, no quiere comprometerse, aunque, por el momento, tampoco oponerse explícitamente), embebida en su construcción de realidad quimérica. La USA de Trump se desmarca de la política anterior de la OTAN, e incluso de la propia OTAN, que para él es un factor de gasto no adecuado a su estrategia, y los líderes comunitarios sacan pecho y llaman a un rearme que culminaría en un ejército europeo 'estratégicamente autónomo'. Por supuesto, la bravatas de Macrón, Tusk, von der Leyen, etc., dentro del marco del respeto reverencial a su, si no aliada, amiga, USA, confunden sus fantasías con la realidad. Europa, como entidad institucionalizada en la UE, o como coalición de Estados, no puede construir en un plazo de, pongamos, un decenio, un ejército cohesionado y eficaz con capacidad para enfrentarse, aunque sea en el plano de la comparación de fuerzas, a Rusia. Hoy por hoy, y, probablemente, siempre, necesitan tener detrás a las fuerzas armadas norteamericanas.

La guerra de Ucrania no sucederá dentro de diez años, ocurre ahora, y sin la ayuda americana y, sobre todo, su fuerza disuasoria, acabará en un plazo de, a los sumo, pocos meses. La OTAN europea a lo máximo que puede llegar es, una vez que se lleve a cabo un alto el fuego, y mientras se ultima el acuerda pergeñado por Trump y Putin y aceptado, velis nolis, por Ucrania, con o sin Zelensky, situar contingentes militares en la frontera bélica ucraniana con fecha no distante de abandono. Una ‘insurrección’ ucranio-europea a estos designios de la superpotencias podría llevar a Trump a aceptar, sin respuesta, el empleo por el ejército ruso de armás nucleares tácticas en suelo ucraniano. Y se acabó la historia, a no ser que algún enano nuclear, seguramente Macron, gallito entre los gallitos (los británicos tienen demasiados lazos con USA) se enfrente a un gigante nuclear. No pasará.

Así qur ceo que el fin de la guerra de Ucrania está visto para sentencia. No la estrategia económica y política de Trump en relación a Europa (sus actuales líderes agrupados en la UE) y la respuesta de ésta de erigir un ejército europeo con la suficiente capacidad ofensivo-defensiva como para asegurar su ‘autonomía estratégica’ en el mundo que se está redefiniendo. Mañana hablare de la gran decisión de von der Leyem de ‘liberar’ 800.000 millones de euros para financiar la Grande Armée francoalemana y sus comparsas.

Continuará.


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