280325
Atención. Minuto y resultado en Ottawa. El primer ministro de Canadá, Mark Carney -aunque lo sea en funciones, los paises anglosajones son muy estrictos en distinguir la política de Estado, o sea, que es algo serio- ha declarado que “La vieja relación que teníamos con Estados Unidos basada en la profundización de la integración de nuestras economías, seguridad y cooperación militar se ha acabado”. Poca broma. La imposición de aranceles y las bravatas de Trump sobre anexionar Canadá como 51 estado de USA, un farol, sí, pero con eso no se juega, han llevado a la ruptura o semiruptura de una relación fraterna de dos siglos entre Estados fronterizos. Es probable que en los próximos días Trump recoja hilo, pero no nos engañemos, sabe perfectamente lo que dice y, sobre todo, su performatividad.
No deja de ser gracioso el papel de Gran Bretaña. Canadá es un miembro de la Commonwealth, y por mucho que ésta sea cada vez más formal y menos real, los lazos de todo tipo entre Canadá y GB son enormes. Nada que ver con la UE y Dinamarca. GB ha sido desde la IIGM un lacayo, apenas un apéndice de la política exterior norteamericana, y me consta que entre sus respectivos deep states hay una muy íntima relación (nada que ver con la habitual entre Estados). Por su parte, Starmer uno de los premiers más mediocres y miserables de GB, y no es fácil conseguir ese mérito, juega a los soldaditos con Macron, frente a Putin y con el disgusto de Trump (que sólo llamo a Europa, en concreto a los países de la Otan, a ‘rearmarse; nada más). A gastar más en armamento, no a tener una (improbable) 'autonomía estratégica'.
Es una obviedad que nada es como antes y que el reposicionamiento general es complejo e impreciso … y que no rompe con el devenir histórico, aunque sí con el statu quo. Pero vamos, que no dejan de ser un pequeño shock las declaraciones de Carney.
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