sábado, 29 de marzo de 2025


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La problemática acerca del libro de Luisgé Martín sobre los dos terribles filicidios de José Bretón, las reacciones de la Fiscalía de menores de Barcelona, la recogida de hilo de Anagrama, que iba a poner ayer a la venta el libro y ya no lo hace, la posición de Ruth Ortiz, la madre de los niños asesinados y, en especial, las posiciones no sé si distintas o idénticas de los diversos feminismos en torno a las víctimas y la revictimización. Todo ello creo que es más que interesantes para entender nuestra época, su espíritu y sus actos. En este post, sólo un aspecto, marginal pero previo a esta caravana de asuntos controversiales (o que deberían serlo ante el impetuoso avance de lo mainstream).

Para casi todos los que desde los media progres la han tratado, la situación jurídico legal del libro es clara. Se reconoce, por supuesto, la libertad de expresión, se apunta que el derecho a ésta no es absoluto y se determina que, en este caso, hay un derecho que prevalece sobre aquel: el de la víctima; en concreto (aunque no creo que el término se halle incluido en el Código Penal), el derecho a no ser revictimizada. Bueno, creo que hay un equívoco que echa por tierra todas esas ‘reflexiones’. Nos hallamos, de facto, no ante un cuestionamiento de la libertad de expresión, sino ante una negación de la misma, algo que conocemos bien los que vivimos años en el franquismo: la censura previa. No puede haber libertad de expresión cuando no hay expresión. La jueza del caso intentó atajar, poner un poco de orden en este desaguisado, y ahora Anágrama, con su interesadísima cobardía, culmina el liberticidio.

El derecho al ejercicio de la libertad de expresión no admite matices en un Estado de Derecho democrático. Una persona puede escribir y hacer público -si tiene los medios para ello, claro, eso es ya otra historia- todo aquello que se le ocurra, hable de quien hable y de lo qué hable. Es evidente que hay una fase previa de autocensura, incluso de la existencia de lo inimaginable, pero nos estaríamos moviendo en el campo de la producción de cultura, que no es aquí nuestro tema, sino el legal. No obstante, recomiendo encarecidamente la lectura de ¿Qué es un autor?, de Foucault.

Es decir, si se respetase escrupulosamente la libertad de expresión, sólo ex post sería objetable. Y, por supuesto, esa objetabilidad tomaría la forma de un denuncia, querella, etc. por parte de la Fiscalia o de cualquier persona que se considerase perjudicada por el contenido de lo expuesto. No puede denunciarse aquello que no se ha leído, o han leído otros y nos lo han comunicado. Luisgé Martín es una persona y un escritor profesional, como persona es sujeto de derecho a la libertad de expresión -el Estado no tiene potestad legal para impedirle escribir lo que le apetezca-; como escritor, ejerce ese derecho. Tiene una idea, la desarrolla, y elabora un texto. Un texto que es conocido, entre otros, por el agente literario y la editorial, y que a nadie le ha parecido mal, o no tan mal como para denunciarlo. Obsérvese que todos los citados pueden denunciar el libro porque, aunque no esté publicado, tienen derecho a leerlo, lo han leído y piensan que contiene elementos delictivos. No es el caso que nos ocupa. NOTA1.

Ahora es cuando comienza el esperpento. Resulta que Ruth Ortiz, la madre de los niños asesinados, se ‘entera’ de que el libro de Martín habla sobre ella y envía un burofax a Anagrama instándola a que pare su salida ,puesto que es ‘ilegal’. Además, lo pone en conocimiento, supongo, de la prensa y la Fiscalia de menores de Barcelona, sede de Anagrama, toma conocimiento del hecho y hace una petición al juzgado correspondiente para que obligue a paralizar cautelarmente la publicación.

No soy abogado, pero considero, como dije arriba, que el texto de un escrito es propiedad privada de su autor y/o editorial hasta que no se hace público y se pone a la venta. Por tanto, si alguien lo ha leido e informa a Ruth Ortiz de que es tacada injustificadamente, ese alguien ha cometido un ilícito y Ruth Martín -evidentemente, los abogados de la infortunada señora- algo similar, al enviar el burofax. La conducta de la Fiscalia de menores es cualquier cosa menos escerupulosa, puro populismo punitivo. Sin conocer el texto, y basándose en un par de artículos de prensa escritos por plumillas, que tampoco deberían conocerlo, hace una petición sin complejos de censor franquista a la juez, Está, por supuesto, la desestima y la fiscalía presenta um recurso, también con medidas cautelares, para salir en los papeles. “Nosotros defendemos más que nadie a los menores, oiga”.

En mi opinión la legalidad en un Estado liberal-democrático de Derecho, sería, en primer lugar, que el libro se ponga a la venta, e inmediatamente, si es el caso, la Fiscalia de menores interponga, en base al contenido del texto, una denuncia contra el autor/distribuidora por intromisión dolosa en la intimidad de los chavalines muertos y Ruth Ortiz, una querella por lo que se cuente de ella misma y de sus hijos. De éstos, no se me ocurre qué malo o indiscreto podrá decirse, pero en fin, De la madre sí es probable que haya falsedades y ella tiene todo el derecho del mundo, además de querellarse, de pedir la cautelar de secuestro de la edición no vendida. La jueza, que seguro que para rntonces habrá leído muy bien el libro, resolverá.

A todo esto, Anagrama, tan progre ella, después de haber respondido, dese su perspectiva, adecuadamente: "Reafirmamos nuestro compromiso con la libertad de expresión”, ahora se marca unaa espantada y aplaza sin fecha, creo, el lanzamiento del libro. No es buen momento comercial, la polémica en los media con su cuasi consenso inquisitorial, el rechazo de libreriás y compradores. “¿Cómo se puede hacer eso a una madre-víctima?”, aconseja dejarlo para mejores momentos. Para cuando la justicia falle, si es que falla (a favor, claro), y la cosa esté mas tranquila. Muy propio de adalides de la libertad. Desastre absoluto del que únicamente se salva la jueza.

Próximamente, ya fuera del ámbito legal, trataré de analizar qué pasa con el sentido común de nuestro tiempo, conn su zeitgeist, centrándome en el amplio territorio político del feminismo con sus víctimas y susrevictimizaciones.



NOTA1.
Rozo aquí uno de los elementos fundamentales del Derecho y las libertades, de la democracia, dentro de este proceso hacia el totalitarismo que vivimos en lo que antes fueron regímenes demoliberales. Me refiero a la praxis policial-judicial preventiva, al Derecho penal de autor (o de enemigo) y al Derecho penal simbólico-punitivista. No es éste el lugar para examinar asuntos tan complejos y tan argumentariados por la cultura reaccionara que se va imponiendo. Pero no deja de ser un episodio más del 'road to serfdom', por copiar el título de panfleto de von Hayek, lo único que me gusta (el título) de ese siniestro lunático.



PS. or cierto, ya que es de máxima actualidad. He hojeado la argumentación del Tribunal de Justicia de Cataluña, que absuelve a Dani Alves. Está muy bien, en cuanto que es muy garantista, pero creo que se han pasado de frenada. El Tribunal Supremo (¡horror!, Marchena y Llarena) va a tener qué hilar muy fino. Fuera de lo jurídico, no tengo la menor duda de que Dani Alves, es un violador sub specie histórica.



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