080325
Por vez primera no voy, no puedo ir, a la manifestación del 8 de marzo convocada por la comisión del mismo nombre. En estos tiempos aciagos, el feminismo está dividido, a primera vista. A mí, esta situación me recuerda la que se produjo a finales del siglo XIX y principios del XX entre la socialdemocracia y el socialismo revolucionario, o comunismo, división que se consumó en la segunda década del XX con la escisión basada en la actitud ante la IGM, apoyar al propio país en guerra o rechazar globalmente ésta. Hay un feminismo -que no movimiento feminista- institucionalizado y fijado en la cosmovisión socialdemócrata. Morirá, en breve, con él. Hay otro feminismo que hace suya la lucha contra toda dominación, contra la dominación global cohesionada por el capitalismo y sus agentes, es decir, abiertamente interseccional, en el que las feministas son, intrínsecamente, socialistas, y les socialistas, feministas, las feministas son antirracistas y les antirracistas, femiistas, las feministas son antifeministas y les antibelicistas, feministas, etc. Y, dentro de ese universo de dominación, las feministas son el movimiento más poderoso, por su número y por su vitalidad. Sólo con ellas, codirigiendo esa amplia movilización de oprimidos, hoy más potencial que factual, conseguiremos salvar el mundo acabando con este mundo. Si puede salvarse.
NB. Por supuesto, los dos feminismos pueden unirse tácticamente y apoyar medidas de cajón, como luchar contra las agresiones de todo tipo que reciben de los sujetos patriarcales, contra la discriminación salarial, etc Muy puntualmente, pues, aún ahí, hallamos medidas contrapuestas, por ejemplo, punitivismo frente a antipunitivismo, justictia restaurativa frente a justicia sobreretributiva.
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